Conan el bárbaro 4: La canción de Bêlit
Reseña del cómic de Brian Wood publicado por Planeta DeAgostini
La saga de la Reina de la Costa Negra es uno de los momentos claves de las aventuras de Conan, el personaje creado por Robert E. Howard, y, además, se trata de un episodio que no es particularmente fácil de articular cuando su protagonista lleva ya tanto kilometraje a cuestas. El propio Howard no narró las aventuras del cimerio de un modo cronológico, y todo el desarrollo de cómics y otros productos derivados han hecho que sea difícil imaginar al Conan joven que asiste a la muerte de su amada. Por lo general, de un modo instintivo, lo creemos capaz de salir de atolladeros mucho mayores, y salvando a quien toque, para más inri.
Y es que en realidad, en comparación con otras aventuras de Conan, aquella que lleva a la muerte a Bêlit no parece la más peligrosa, a pesar de que, en cierto modo, ha de ser la más terrible, lo que plantea un dilema argumental. Brian Wood resuelve la papeleta manteniéndose fiel al desarrollo humano que ha hecho del aventurero, y es una opción que funciona a las mil maravillas: nos presenta a la pareja de aventureros embriagados de su propio éxito y con la cabeza llena de planes temerarios metiéndose una vez más en la boca del lobo. Solo que, esta vez, las cosas se tuercen. Sin más.
La canción de Bêlit propiamente dicha viene acompañada de dos historias más. La que la antecede se puede entender como un calentamiento, una aventura más de tesoros encantados, sectas y maleficios que se disfruta como un episodio más de espada y brujería. Solvente, bien hilada y llamativa, sobre todo en el apartado estético, pero sin tampoco mayor trascendencia ni deseo de esta.
La que viene después, como cierre, es un epílogo emotivo que contribuye a cimentar esta visión particular de Conan. Nos lo encontramos tras la muerte de su amada, un adolescente incapaz de digerir su dolor, todavía no curtido, desorientado ante el mundo y sus horrores. Es una historia casi intimista a pesar de su acción en la que Wood muestra de nuevo su habilidad como guionista y su deseo de limar las aristas para cubrir los huecos no solo cronológicos, sino, sobre todo, de desarrollo del personaje.
El trabajo gráfico corre a cargo de Paul Azaceta, Riccardo Burchielli, Leandro Fernández y Dave Stewart, quien también se encarga del coloreado. Cada uno con su estilo personal, tan dinámico como sugerente, consiguen crear no obstante una estética común de trazos vivos, marcados, que dotan de un carácter propio a la colección.
Un volumen muy recomendable para los amantes de las aventuras del cimerio y de la espada y brujería en general. Personalmente, la versión de este conocido episodio que más me ha conmovido hasta la fecha.
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