Megazoria: Bellovaquia
Trasfondo de la franja septentrional gala, junto al canal
En tiempos una tierra de paso próspera gracias a las rutas del ámbar, actualmente Bellovaquia se encuentra asolada por las incursiones de piratas vikingos y el paso de tribus germánicas.
Aspectos geográficos
Bellovaquia fue en tiempos una gran planicie cubierta de mares de hierba por los que se desplazaban grandes rebaños, pero al remitir las glaciaciones se cortó el puente con las islas britanas y la zona fue cubriéndose de bosques caducifolios y algunas marismas. Dos grandes ríos atraviesan este territorio húmedo y rico: el Sequanna y el Senn, privilegiadas vías de comunicación con el interior. El clima es fresco y estacional, con abundantes precipitaciones y algo atemperado por el mar.
Fauna
Aunque los inconmensurables rebaños de antaño han desaparecido, grandes manadas de cérvidos y bóvidos todavía cruzan Bellovaquia seguidas por lobos, homoterios y, en ocasiones, hienas cavernarias. No obstante, la agitación causada por los humanos en la zona ha espantado a bastantes de los grandes depredadores y a sus presas naturales dejando hueco a depredadores menores, como las bandadas de aves no voladoras carnívoras de pequeño tamaño, como los sophiornidos, raptoras emparentadas con las lechuzas pero de largas patas que, no obstante, no están adaptadas a la carrera sino a las emboscadas. Del tamaño de un gallo grande, en grupo pueden resultar peligrosas incluso para las reses.
Habitantes
Los bellovacos son celtas emparentados con los britanos de las islas, con los que mantienen vínculos familiares y políticos a pesar de la actividad pirata. Predominan las pieles y los cabellos claros, que llevan largos y trenzados. Visten ropas de lana teñida con vivos colores y aprecian los abalorios: torques, brazaletes, collares, etc. Hombres y mujeres llevan túnicas cortas sobre pantalones y polainas, y botas o zapatillas de cuero.
Lengua: Gaélico
Escritura: Ogam, aunque la escritura es infrecuente.
Algunos nombres de ejemplo: De hombre, Amminos, Brycham, Cunovindo, Caderyn o Vellocato. De mujer, Boudecea, Esselt, Veryne, Huctia o Veriult.
Sociedad y gobierno
Bellovaquia es un territorio que se ha replegado sobre sí mismo. Prácticamente perdidas las rutas del ámbar, que permitieron que Lutecia alcanzase una población de varios millares de habitantes, ahora quedan poblados fortificados que resisten a los invasores y los saqueos. Estos poblados, cada uno gobernado por un caudillo, mantienen lazos de alianza y auxilio, pero se gestionan independientemente.
La sociedad es eminentemente patriarcal y estratificada en aristócratas, hombres libres y siervos, que a menudo son esclavos.
Religión
Los bellovacos veneran sobre todo a Tutatis, dios de la guerra, y Taranis, dios del firmamento, aunque todo el panteón galo tiene cabida. Templos de piedra erigidos tras grandes batallas albergan armas oxidadas y osamentas blanquecinas. Algunos túmulos guardan los ajuares de grandes reyes con sus armas y sus monturas.
Los druidas tienen cierta presencia y sirven de mediadores en la batalla, pero abundan más los adivinos, que participan en la vida de los poblados como consejeros y sacerdotes.
Actividades económicas y lúdicas
A causa de la decadencia de las rutas comerciales, los bellovacos se están centrando más y más en la ganadería, tanto ovino como bovino, y los cultivos que prosperan intramuros, actividades que complementan con la caza, algo de pesca en la costa y artesanía varia. Algunos intercambios con Britania y los territorios meridionales se mantienen, no obstante. Muchos jóvenes, no obstante, prueban fortuna como mercenarios.
El ocio en los poblados gira en torno a las festividades religiosas y civiles y la exaltación de los guerreros y sus gestas, que se realizan en grandes salones donde corre la hidromiel y se celebran grandes festines amenizados por bardos.
En la guerra
Los bellovacos van a la guerra por tribus. Por lo general, forman en un muro de escudos desde el que se lanzan insultos y proyectiles, piedras, venablos, cabezas en ocasiones. Eventualmente, se desafían los campeones y después comienza una batalla campal de desgaste. Como armas, usan hachas, espadas y lanzas, y se protegen con escudos de madera o cuero, circulares o hexagonales, oblongos.
No es rara la utilización de carros de guerra, por lo general de cuatro ruedas, bien tirados por uros, bien por palaeoterios. También entrenan perros para la guerra, que cubren con corazas para que resistan al enemigo. Aunque son gentes curtidas, no han desarrollado un arte de la guerra propiamente dicho.
En el mar
Los bellovacos arman curraghs al modo de otros pueblos celtas: navíos sin quilla, de bordas altas, con capacidad para llevar hasta cincuenta hombres, con remos y uno o dos mástiles. Nos son navíos muy marineros, pero sí robustos y funcionales para comerciar con las islas, defenderse de los piratas o salir a pescar.
Posibilidades de aventura
Bellovaquia vive con la mirada puesta en el mar: por él pueden llegar los invasores escandinavos y los piratas vikingos, que generan inseguridad y conflicto; a través de él mantienen vínculos con sus primos britones, con los que comercian y se desposan, en cuyas guerras, a veces, participan; también a través del mar llegaba el ámbar y los colmillos de morsa con los que comerciaban río arriba, con los reinos meridionales.
En este territorio se pueden plantear aventuras que impliquen la supervivencia de un poblado en los tiempos revueltos que se viven. O también su búsqueda de prosperidad, quizás algún proyecto de reapertura de una vía fluvial. No en vano, en ocasiones incluso llegan comerciantes helenos a la costa.
En las zonas más agrestes, aventuras de caza pueden ser un buen gancho, o quizás una combinación de ambas cuando se busque un territorio más protegido de los incursores del norte pero, al mismo tiempo, lo suficientemente fértil.
Lutecia, por otra parte, ofrece oportunidades únicas. En su isla, bien comunicada por el río y al mismo tiempo protegida, es una ciudad con todas las de la ley y en ella las intrigas y las oportunidades de negocio adquieren otros niveles, además de servir como punto de comunicación entre celtas del norte y el sur.
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