Ni puta gracia 4

ECC queda con el delirante humor de Joscha Sauer

Hay muchos modos de hacer humor, y cada cual tiene su público. Hay a quien le gustan más los clásicos como Tip y Coll o Miguel Gila, cuyo equivalente gráfico podría encontrarse en las páginas de la mítica Bruguera, de la cual nacieron Mortadelo y Filemon, Anacleto y otros tantos; hay a quien le va más el humor basto de los Morancos o Cruz y Raya, la parodia política, los monólogos…

A mí siempre me ha tirado el humor absurdo y surrealista. Los Monty Python, Eugenio o las marcianadas espectaculares que montan Faemino y Cansado cada vez que se suben a un escenario.

Encontrar un equivalente gráfico de esto siempre me ha resultado un poco más difícil. En Estados Unidos hay algunos autores en MAD Magazine que tiran por aquí (en especial el español Sergio Aragonés) y, en España, Rubén Fdez, padre del genial Frederik Freak en El Jueves, especialmente cuando estaba en el fanzine Dimensión Paralelos, un auténtico festival de la absurdidad en viñetas.

Aun así, todo esto son solo secciones en revistas, y siempre me quedé con ganas de más. Hasta que algún genio de mente enferma de Planeta DeAgostini decidió presentarme a Joscha Sauer y su obra: Ni puta gracia.

Es un nombre curioso, ya que gracia tiene mucha. Sentido, más bien poco, y vergüenza, ninguna, pero gracia toda la que quieras.

Los tomos que publican en España recopilan las tiras y chistes de una viñeta que el Sauer publica en www.nichlustig.com, su página web que ya es toda una institución en Alemania. Todas ellas son mayormente independientes, pero están plagadas de personajes recurrentes, con o sin relación aparente entre ellos, y van componiendo una especie de argumento surrealista propio que, con la mente abierta, incluso tiene un poco de sentido.

El cuarto tomo ha pasado, como tantos otros títulos de Planeta, a manos de ECC que ha optado por cambiarle el formato (hasta ahora en cartoné, a uno más pequeño con tapa semirígida. No puedo decir que esté encantado con la decisión, ya que produce el típico efecto montaña rusa en la estantería, pero sí con el descuento de dos euros en el precio de portada que le acompaña.

En cuanto al interior, lo mismo de siempre. Y lo digo en el mejor de los sentidos. Yetis de buen corazón, dinosaurios gorrones con sombrero de copa, lemmings creativos, el señor Riebmann, que vive dentro de una pared y hace la vida imposible a su vecino y, por supuesto, el caniche de la Muerte.

Más de sesenta páginas del humor más absurdo y, al mismo tiempo, inteligente que uno puede encontrar ahora mismo en las librerías especializadas. Un tomo muy regalable, además, para gente que no esté muy metida en el cómic europeo pero sepa apreciar el buen humor gráfico.