La espada salvaje de Conan: Los hombres leopardo de Darfar
Reseña del trigésimo cuarto tomo de la reedición de Planeta DeAgostini
Este nuevo tomo recopilatorio nos muestra tan solo dos historias, aunque de mayor longitud que de las precedentes. Como decíamos en la anterior reseña, da la impresión de que hubo un cambio de formato en la colección y Michael Fleisher, guionista de ambas, se encuentra frente al desafío de responder al mismo. Los resultados son irregulares.
En la primera historia, El simio murciélago del lago Marmet, los resultados no son extraordinarios quizás porque el autor se ve en la tesitura de añadir rellenos a diestro y siniestro para cumplir con el número de páginas requerido para el nuevo formato. El resultado es una historia abracadabrante llena de elementos que es difícil conjugar entre sí: damiselas errantes a las que casi se las comen insectos gigantes, exiliados buscadores de magia arcana, naufragios, muertos vivientes... y hasta el mismísimo Devorador de Almas con una buena ración de familiares para rizar el rizo todo lo posible.
Así, Conan va a tener que hacer de todo: de vagabundo, de amante, de submarinista, de cortesano, de guerrero... y, bueno, sí, sobre todo de guerrero, porque ese es uno de los problemas de la historia: que al final parece que todo se resume de unas cuantas escenas de combate en las que John Buscema y Rudy Nebres pueden lucir sus dotes artísticas. Como elementos positivos, porque los hay, la lectura es fluida y el cierre (si se cierran los ojos a la coherencia global de la historia y la naturaleza de Conan) tiene un toque espeluznante a lo Creepy muy conseguido.
Como a veces menos es más, Los hombres leopardo de Darfar, la segunda historia, es mucho más compacta y eficaz. La trama es de sota, caballo y rey, pero funciona como un buen clásico de espada y brujería. Conan se ve obligado a internarse en una jungla ignota escapando de unos esclavistas estigios y con la responsabilidad de llevar a buen puerto a una damisela en apuros. Nada nuevo bajo el sol. La receta funciona a base de una serie de encuentros y combates que tendrán como trasfondo los famosos hombres leopardo, quienes solo hacen su aparición, no obstante, hacia los últimos compases de la historia.
Es una ocasión para mezclar los mecanismos del género de espada y brujería con una ambientación africana a lo Tarzán, mitología propia de la zona y sensualidad, mucha sensualidad (sobre todo con las amazonas). Después de todo, el aspecto físico potenciado por la desnudez ligada al calor fue uno de los ganchos de La espada salvaje de Conan frente a otras adaptaciones del personaje a cómic. Pablo Marcos, responsable de la parte gráfica, hace un buen trabajo al respecto y nos brinda un cómic ligero pero muy disfrutable.
Con estos mimbres, La espada salvaje de Conan: Los hombres leopardo de Darfar no es una entrega que hará historia pero sí un eslabón entretenido de la cadena. Recomendable su lectura para los amantes del género.
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