Lanfeust de Troy
Reseña de la serie de Arleston, Tarquin y Lencot con la que se inaugura el fantástico mundo de Troy, y que en España empezó a publicar Norma y terminó de editar Devir
Lanfeust de Troy es una historia de aventuras en principio bastante clásica dentro del llamado mundo de Troy. Las premisas de este mundo, al menos las principales, son que existe la magia y los seres fantásticos. El elemento más original respecto a este planteamiento es que cada ser humano es capaz de desarrollar un poder mágico único que puede ir desde lo más impresionante (como hacer que el agua se congele o hierva) a lo más perturbador (como dar sed o atraer las moscas).
Además, siguiendo un complejo planteamiento que el guionista, Arleston, sabe explotar a las mil maravillas, estos poderes provienen de un flujo de magia que los sabios de Troy canalizan sacrificando su propio poder, de modo que si no hay un sabio cerca, los poderes dejan de funcionar. Este particular se llega a utilizar incluso para mostrar civilizaciones también humanas que tienen otra relación con la magia.
En cuanto a los seres fantásticos, éstos no son los clásicos que podríamos encontrar en un libro de fantasía heroica. Ni orcos, ni dragones (al uso), ni centauros, ni nada que se le parezca. Las criaturas, siempre siguiendo el espíritu épico cómico de la serie, son de lo más delirante. Las únicas que tienen un nombre común, los trolls, que además tienen un gran peso en el mundo de Troy, no se parecen tampoco demasiado al clásico troll de la mitología escandinava.
De este modo, tenemos aventuras, tenemos seres fantásticos, tenemos magia y muchos otros clásicos del género, pero sobre todo tenemos humor, humor a raudales. Sin que por ello la trama se resienta, las bromas, los guiños y las situaciones absurdas se suceden a un ritmo trepidante a lo largo de la colección, que se compone de ocho tomos.
Lanfeust de Troy es, además, un cómic europeo por los cuatro costados. Los paralelismos con otras obras míticas de la escuela belga son obvios, y en el número de cierre la sombra de Asterix en Hispania es omnipresente. El fuerte carácter de los artistas que lo ejecutan, no obstante, hace que el homenaje se quede en tal, de igual a igual. Porque Lanfeust de Troy, más allá de los gustos de cada uno, es una gran obra.
En algunos momentos parece que el dibujo se descuida respecto al primer número, pero en líneas generales el trabajo de Tarquin es más que sobresaliente. Sus extraños paisajes y sus criaturas son soberbios, y transmiten toda la fuerza del guión de Arleston en todos sus matices (aventura, humor, tensión, romance…). El color con el que Lencot remata la obra realza todavía más estos escenarios de fantasía que parecen vivos.
En cuanto a la historia en sí, se articula en ocho tomos más o menos independientes (aunque correlativos argumentalmente): El marfil del magohamoth (L’ivoire du magohamoth), Thanos el inoportuno (Thanos l’incongru), Castillo de Oro-Azul (Castel Or-Azur), El paladín de Eckmül (Le Paladin d’Eckmül), El escalofrío del aurúspice (Le Frisson de l’Haruspice), Cixi Emperatriz (Cixi Impératrice) –claro guiño sardónico a la película-, Los petauros se esconden para morir (Les pétaures se cachent pour mourir) y La bestia fabulosa (La bête fabuleuse).
Durante los mismos seguimos los pasos de Lanfeust, un herrero de pueblo, en su búsqueda por esclarecer el extraño fenómeno que le otorga todos los poderes mágicos de Troy cuando está en contacto con el marfil del magohamoth (una de las bestias míticas de este mundo). La vieja historia del elegido y la lucha contrarreloj para evitar la destrucción del mundo. Nada nuevo bajo el sol si no fuera por el tratamiento que Arleston y Tarquin dan en las páginas del cómic a esta vieja historia plagada de búsquedas, misterios, intrigas y batallas.
En definitiva, una narración ágil, apasionante y dominada por un delirante sentido del humor que, afortunadamente para los amantes del género, no eclipsa la aventura en sí. Un cómic que merece la pena buscar y rescatar para nuestras bibliotecas.
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