La nueva era del sueño

Imagen de Anne Bonny

Reseña de este cómic de editorial Saure ilustrado por Nacho Fernández según el guión de varios autores

“La nueva era del sueño”, este cómic que lleva por título el de la primera historieta que recoge, es una obra peculiar. Lo es porque en sus páginas encontramos cuatro historias alrededor de un personaje escritas por distintos autores y sin buscar coherencia alguna entre ellas. Únicamente comparten el personaje central, Manuel, y algunas de sus circunstancias.

 

Así, en algunas historias su hermana pequeña aparece y en otras está muerta y tiene un nombre distinto. Igual suerte corre su padre, a veces vendimiando en Australia y otras todavía en Perú, y otros elementos secundarios del escenario. Con estas particularidades, uno tiene la impresión de que lo importante en la obra es el problema social retratado –la inmigración- y que todo lo demás se considera accesorio, lo que resta, paradójicamente, algo de drama humano. El único hilo conductor palpable que da coherencia al grupo, de hecho, es el ilustrador.

 

El trabajo de Nacho Fernández, en equipo con el entintador Vicente Ibáñez, es sobresaliente. Sus personajes son vívidos y están llenos de dinamismo y expresividad. Los escenarios están muy logrados y plasman muy bien el ambiente que se quiere transmitir. Los colores, muy limpios, consiguen transmitir al lector, no conformándose con ser un mero elemento decorativo. Con este trabajo gráfico, lamentablemente, se echa en falta una mayor homogeneidad en los guiones.

 

Desconozco si las cuatro historias presentadas corresponden al orden de aparición de los guionistas en los textos, pero lo que sí queda patente, como ya se ha comentado, es que no ha habido un trabajo en equipo efectivo. Así, el conjunto resulta algo raro.

 

La primera historia, “La nueva era del sueño”, nos introduce a la perfección en el escenario: una familia peruana, movida por la idea paterna de que en las olimpiadas de Sydney será fácil encontrar trabajo, emigra a Australia. A través de los ojos del hijo, Manuel, se nos presenta el panorama desolador de los inmigrantes y de los aborígenes australianos. La historieta, que claramente resulta una introducción, se queda básicamente en eso. La lástima es que, con lo bien trazados que habían quedado los personajes, no se encuentra una continuidad.

 

Así, en “El pequeño inca”, la segunda historia, nos encontramos con que la familia es todavía más pobre y con que el padre ya no está, sino que vendimia en la Australia rural. Al principio uno tiene la impresión de que se trata de una rápida evolución del escenario, pues hay un pequeño cambio de tercio: ahora nos centramos más en Manuel y su visión infantil del entorno, y menos en el análisis social directo. Sin embargo, las dos últimas historias terminan por confirmar que, sencillamente, el cómic no muestra una historia conjunta.

 

“Manuel”, la historia más floja del conjunto, es la encargada de terminar de hundir la identidad de la obra. El argumento, si consideramos que lo hay, consiste en la aparición de dos turistas que claman a los cuatro vientos ser vascas. Después de un diálogo incomprensible (“Tú no pareces de Sydney” dice una de las turistas; “¿La capital de Perú? Soy un pequeño inca de Lima” contesta él), aparece un pelícano parlanchín y, con la excusa, se nos cuenta durante varias páginas una versión remozada del clásico “El traje del emperador” de Andersen. Después de este extraño y gratuito pasaje que acapara la historieta –y que deja claro que no existen vínculos con las anteriores, pues ahora el padre está en Perú-, se nos muestra como los niños pobres hacen juguetes con cosas que nosotros desechamos normalmente. Sin duda se aprecian buenas intenciones en la historia, pero el desacierto es generalizado, dejando una impresión de “me han querido dar una lección de algo pero lo han hecho sin ton ni son”.

 

Luego aparece “Vivir”, en la que se retoma con energía la idea inicial de mostrar una problemática social, en este caso las fricciones que se producen entre grupos sociales de orígenes distintos dentro de una misma bolsa de pobreza -en este caso, aborígenes australianos y emigrantes peruanos-. A mi parecer, éste es el guión más conseguido de toda la obra: tiene fuerza, cautiva con su ritmo, muestra el escenario sin caer en el tópico o la moralina y remata la jugada con un final entre épico y emotivo. Sigue teniendo como puntos raros que el padre esté de vuelta y que la hermana, ahora, esté inexplicablemente muerta, pero son cosas con las que cabía contar.

 

Así, en conjunto, tenemos un cómic de guiones dispares, con un magnífico trabajo de ilustración y con un mensaje subyacente positivo. Lástima que no haya habido una labor de coordinación más efectiva.

 

Sinopsis

 

El protagonista del cómic es un niño que se llama Manuel y tiene doce años. Es el hijo mayor de una familia de inmigrantes peruanos que tuvieron que dejar sus tierras forzosamente por diversas razones.

 

Autor

 

Nacho Fernández González (Bilbao, 1973) es un autor prolífico de historietas. Comenzó autoeditando su fanzine Fénix Cómics en 1992 y ha trabajado en numerosas obras: Dragon Fall, Manga wars, Dracula Returns, Star Hounds, Paladines del Horóscopo, Templarios, Dark Breed, La leyenda de Sasha, La nueva era del sueño, Dibus, etc.

 

Además, ha dibujado colecciones de cromos, diseñado personajes, carteles, dípticos informativos, y realizado storyboards y animaciones.

 

Datos técnicos

 

La nueva era del sueño

Guionistas: Agustín Ferrer Casas, Javier Erostarbe Garitano, Maite Toledo Saralegi y Juan Antonio Alcudia Pérez

Dibujo y color: Nacho Fernández

Tinta: Vicente Ibáñez

Colección: El Chullo

Editorial: Saure

ISBN: 84-95225-53-0

Precio: 16 euros

30x21 cm

Cartoné

Color

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