Gandhi, el maestro de la vida

Imagen de Anne Bonny

Reseña de esta obra de varios autores publicada por Editorial Saure y galardonada con el 2º Premio por la Paz Fernando Buesa Blanco

 

Este cómic es una obra singular. Como su título indica, todo él gira en torno al personaje de Gandhi, símbolo de la paz y de la no violencia en nuestros días. La peculiaridad más importante en “Gandhi, el maestro de la vida”, obviamente, no es la temática, sino la composición del volumen: éste está compuesto por diez historietas, no por una única historia, y, lo que es todavía más chocante, sólo hay ocho guiones distintos, pues hay dos pares de historietas donde, a partir de un mismo guión, dos artistas totalmente distintos lo recrean desde su particular punto de vista. Es una particularidad muy perturbadora cuando no estás sobre aviso y ves repetirse los diálogos, aunque no deja de ser un experimento interesante.

 

Con este planteamiento, el modo más fácil de abordar un comentario sobre el cómic es por partes.

 

La abertura corre a cargo de Pablo Zerda (Argentina), con una obra que se repetirá en la quinta posición del recopilatorio y que se titula “La verdad es Dios”. A nivel gráfico es totalmente fascinante y, a mi parecer, la más original del conjunto. En vez de ilustraciones tradicionales presenta una suerte de colagge de fotografías sobre las que monta a los personajes, que desconozco con qué técnica ha realizado pero que parecen pequeñas esculturas a las que haya fotografiado. La narración en sí es muy tierna, y, aunque Gandhi queda en un plano casi anecdótico, la relación entre nietos y abuela está muy conseguida.

 

La segunda historieta, “Actitud ante el conflicto”, de Athos Sampaio (Brasil) me ha resultado la más robusta. Guión e imagen se compenetran a la perfección y la violencia implícita de la situación se plasma directamente con los trazos y los colores, sin recursos simplificadores, lo que denota una gran profesionalidad por parte del artista.

 

Toma el relevo la obra de Daniel Alves, “Espiral de violencia”, que tiene un arranque poético francamente interesante y una continuidad en cuanto a presentación con la anterior. A lo largo de sus viñetas, no obstante, la descubrimos como más plástica que narrativa, lo que va en detrimento de su agilidad como cómic pero otorgándole, al mismo tiempo, un interesante carácter particular.

 

Cambiamos de tercio totalmente con “Cien millones de aldeas” de Stéphanie Conques (Francia), historia que reencontraremos como cierre del libro. El estilo es mucho más clásico, cercano al cómic belga, y se disfrutan especialmente los trazos muy personales de la autora. El resultado es muy agradable, en especial a nivel de ritmo.

 

Algo menos fluido se lee el remake de “La verdad es Dios”, esta vez a cargo de Marlon Tenório (Brasil), aunque quizá se deba a la confusión que uno siente, como de déjà vu, al descubrir los mismos diálogos en unos personajes que no se parecen en nada a los precedentes: en lugar de las inquietantes aunque tiernas esculturillas de Pablo Zerda, ahora nos encontramos con unos simpáticos cabenzonzuelos que hacen pensar a los conguitos.

 

Rápidamente se recupera la marcha con “El otro”, de Rober Garay (España), una obra de colores atrevidos, de trazo muy personal y composición osada –a veces incluso confusa- que consigue transmitir muy bien al lector la poesía del texto que refleja.

 

Es un punto álgido en comparación a “Fuerte adhesión a la verdad” de Agustín Ferrer (España), una historia que, a pesar de su belleza plástica y de la efectividad de la composición –muestra del buen criterio del autor-, queda algo rígida, como una sucesión de pegatinas panfletarias más bien manidas.

 

El contrapunto lo trae “¿Qué es la paz?” de Diego Garavano (Argentina), una historieta ligera y colorida con un buen equilibrio gráfico y narrativo que, sin complicarse la vida, consigue su objetivo.

 

Toma el relevo una de mis preferidas, “Armas de Justicia” de Sandra García Ruiz (España), una historieta que aúna una gran poesía en el texto y una impresionante belleza gráfica que compensan su extraño ritmo narrativo.

 

Ya como cierre, tenemos la segunda vuelta de “Cien millones de aldeas”, esta vez de la mano de Daniel Redondo (España), una obra muy colorida –quizá demasiado- en la que llaman la atención tanto la calidad del trazo, algo retro, como del coloreado.

 

En conjunto tenemos una obra peculiar, con muchas más elecciones y experimentos artísticos que coherencia global. Sin duda, un enfoque interesante y bien ejecutado que, además, aborda un tema eterno con gracia. Una iniciativa digna de elogio que muestra cómo es posible la interculturalidad y cómo, en el fondo, compartimos muchos vínculos.

 

Sinopsis

 

Diez dibujantes de cómic de ambos lados del atlántico (españoles, franceses, brasileños y argentinos) han creado una obra cuyos contenidos y elaboración quedan fuera de lo común. Ocho de ellos ilustraron un guión y los otros dos reinterpretaron gráficamente un mismo texto. Además, todas las historias están relacionadas con el legado del mahatma Gandhi.

 

Gandhi usó la razón para tender puentes visibles e invisibles entre los hombres. Su deseo fue llevar a cabo la herencia de la justicia y alcanzó la inmortalidad: sus seguidores se han multiplicado y actúan según un claro principio: "la justicia es la verdad en los actos".

 

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