Tros de Samotracia: El rescate

Reseña de la novela de Talbot Mundy publicada por Panini

Si en Sombras romanas ya señalábamos que se trataba de una novela que adquiría más calado dentro de la serie que como obra independiente (no olvidemos que Tros de Samotracia se concibió como un folletín para revista, aunque tenga unos bloques definidos que permitan disfrutar la obra en tomos separados), en El rescate estamos un nivel más allá: se trata de una narración que sirve de bisagra entre los que se adivinan como las dos grandes partes de la colección.

La historia arranca con la resolución de las cruciales cuestiones planteadas en el volumen anterior, principalmente sobre el secuestro de las mujeres tanto de Caswallon como del mismo Tros. Este arco argumental permite al autor centrar el contenido de El rescate en la acción. Sin descuidar otros aspectos que dan tanto calado a esta obra, como las interesantes tensiones dentro de Britania o los problemas propios del gobierno y la convivencia entre hombres libres, siervos y esclavos, Mundy se deja llevar por el lado más trepidante de la saga: combates en alta mar, batallas, requiebros y peleas gozan de un espacio privilegiado. Frente al tono más reposado de Sombras romanas, tomamos velocidad para encarar el resto de la epopeya de Tros.

No es una mera impostura: el libro incluye algunos cambios dramáticos en la narración que se reflejan, muy acertadamente, en el protagonista. Mundy pone de manifiesto, de nuevo, que sus creaciones no son héroes estereotípicos, sino personajes de carne y hueso, con su propia visión de las cosas. Esta misma evolución de la historia se refleja en la supresión de los Dichos del druida Taliesán, cuyo espacio viene a ser ocupado por la no menos interesante, aunque algo menos solemne, bitácora de Tros, donde este vuelca sus reflexiones.

De este modo, la historia global de Tros de Samotracia avanza al tiempo que se van atando cabos de las historias secundarias que han conformado hasta el momento buena parte del tapiz. Es momento de soltar amarras y de cosechar lo sembrado en volúmenes anteriores (como pone de manifiesto alguna aparición cuasi fantasmal venida hasta de La invasión de Britania).

El resultado es una obra en la que se ven los frutos del trabajo, firme y más ambicioso de lo que parece a simple vista, realizado por Mundy, que hacen destacar estos títulos como todo un referente de las novelas de aventuras. Aunque, como digo, es más fácil apreciar la fuerza de la cadena si se empieza por los eslabones del principio.