No abras los ojos
Nuevo caso para David Gurney
Creo que el género policiaco es uno de los estilos que más aproxima al horror a un lector que no necesariamente tiene que ser un amante especializado de la muerte y la sangre. Las novelas de crímenes son más universales y cercanas, y quizá por ello más impactantes en ocasiones. Además, si están tan bien compuestas como No abras los ojos, el sobrecogedor viaje por las profundidades humanas atrapa y te obliga a continuar capítulo a capítulo.
Y es que hay que reconocer que en estas obras best seller (algunas) hay un arte, compartido por ciertas exitosas series de televisión, en las que la red que se tira al publico es tremendamente efectiva.
No abras los ojos crea dos atmósferas: una, la de vida apacible de campo de una familia acomodada americana, la de David Gurney, detective retirado. Otra, la de la riqueza, perversión y el vicio de alto standing. Ambas envuelven y se entremezclan en un caso imposible, como sucediera en Sé lo que estás pensando, primera novela de la trilogía de este detective (No abras los ojos es la segunda entrega, aunque pueden leerse independientemente una de la otra).
La historia comienza cuando una rica excéntrica requiere los servicios del brillante protagonista para capturar al asesino que decapitó a su hija el mismo día de su boda. La investigación nos hace vivir momentos de emoción que superan a los de la primera parte. Nos acerca a temas terribles como la violencia sexual, el incesto, la mafia y el mercado del sexo, en una trama tan compleja que será necesario eliminar una capa tras otra del misterio para llegar a la verdad.
John Verdon, el autor, era director creativo de agencias publicitarias hasta que (como Gurney) se retiró al campo y decidió ponerse a escribir novelas (esta es la segunda de ellas).
Con gran acierto y éxito, y no solo gracias a la publicidad, como comprobará el lector que se adentre en sus mundos.
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