Vampirella: Corona de gusanos

Imagen de Anne Bonny

Reseña del cómic de Trautmann, Reis, Geovani y Neves publicado por Panini

 

Agarraos los machos: Vampirella es una princesa alienígena del planeta Drakulón (lugar donde corren ríos de sangre y esta llueve de los cielos) que es llevada a la Tierra, donde se enfrenta a los auténticos vampiros, que están comandados, cómo no, por Drácula en persona.

Sí, esta es la premisa argumental de Vampirella. Por si alguno no se ha dado cuenta, estamos hablando de pulp. De pulp de la vieja escuela. Vampirella, de hecho, se remonta a 1969, época en la que tuvo su propia revista de la mano de Warren, que por los mismos tiempos andaban enfrascados en títulos también míticos, como Creepy o Eerie. Vampirella: Corona de gusanos, no obstante, no recupera esta época clásica, sino el relanzamiento que Dynamite hizo de la franquicia en el 2010.

En cualquier caso, el contenido de este primer arco argumental que recopila Panini es precisamente lo que podéis esperaros con estos puntos de partida: una historia que funciona dentro de las premisas más puras del género, con sus escenarios estereotipados y su trama ágil y de puro entretenimiento, y una protagonista pin-up de corte siniestro. Ni más ni menos.

El guión de Eric Trautmann nos muestra que ni Blade tiene la exclusividad de los vampiros matavampiros, ni Anne Rice la de los ambientes modernos góticos, ni Stoker siquiera la de Dracula. La historia de Vampirella: Corona de gusanos no tiene una gran profundidad en sí, pero dentro de su espíritu pulp no deja de tener guiños interesantes: tenemos horror cósmico en la línea de los Mitos de Cthulhu de Lovecraft, ambiente no lejano al de Buffy Cazavampiros y un ritmo sostenido que solo deja espacio para la acción y las coreografías de batalla.

Dar vida a estas ha corrido a cargo de los ilustradores Wagner Reis y Walter Geovani y del entintador Fabiano Neves. Y lo han hecho con la premisa de buscar la espectacularidad. Viñetas de dimensiones variables buscan dotar del ritmo de una película de acción a las páginas del cómic y los grandes planos son la excusa para mostrar una profusión de cruces en escenarios urbanos anclados en la tradición gótica de los laberínticos castillos y monasterios. Y en mitad de todos ellos, las heroínas, que hay varias, mostrando sus encantos, que, siempre exuberantes, van desde lo lúgubre a lo macabro dependiendo del momento.

Vampirella: Corona de gusanos es, en definitiva, una vuelta al pulp de los años sesenta bajo un prisma actualizado.

 

Nota: Cabe señalar que la edición de Panini cuenta también con unas cuantas portadas de la serie original que nos brindan la visión de la siniestra heroína que han tenido otros ilustradores, lo que refuerza el lado pin-up del personaje.

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