Kull: El reino de las sombras
Reseña del cómic de Nelson, Conrad y Villarrubia publicado por Panini cómics
Aunque suene un poco aventurado, estoy convencido de que las adaptaciones de Kull, el personaje creado por Robert E. Howard y antecedente indiscutible del propio Conan, han tenido principalmente un problema de precipitación que ha hecho que no hayan tenido una mejor acogida. Siempre que me he cruzado con una de ellas he tenido la impresión de que Kull era tratado como un bárbaro más, sin prestar especial atención al escenario ni a los matices del personaje. Carnaza para la trituradora de espada y brujería que hacía que pareciera un mal remedo de Conan, el astro que lo mantiene en sempiterno eclipse.
Este título que nos ofrece Panini, Kull: El reino de las sombras, rompe por fin con esta funesta dinámica y da al personaje todo el esplendor que merece, y lo hace gracias a la magnífica combinación del guión de Arvid Nelson y el trabajo gráfico realizado por Will Conrad (dibujo) y José Villarrubia (color). Lo han bordado.
En primer lugar, no caen en absurdas prisas por presentar la historia. Sí, todos sabemos que este género reclama acción y aventura, combates y tensión. En efecto, son elementos indispensables. Pero también lo son, aunque a algunos autores se les olvide, la fascinación y la maravilla. La Valusia que plasmada en Kull: El reino de las sombras es apasionante, desde los manejos de la corte tan bien retratados por Nelson hasta las formidables panorámicas de las ciudades y fortalezas que nos acercan Conrad y Villarrubia. El volumen entero está lleno de detalles que hacen disfrutar en continuo: es todo él una auténtica delicia.
Tampoco es que esos primeros elementos indispensables que mencionaba no estén presentes. Bien al contrario, son omnipresentes y lo que sustenta la narración, pero son encomiables sobre todo porque están engarzados con particular acierto con la trama general. Así, los combates resultan más épicos, porque no son una mera coreografía sangrienta, sino que tienen un significado y el lector se siente implicado en las consecuencias.
En Kull: El reino de las sombras vemos sobre qué se cimienta la amistad naciente entre Brule, el famoso asesino de la lanza, y Kull, el rey usurpador, y todas esas relaciones viciadas de la corte no resultan huecas, ni meros motivos para mostrar el conflicto bárbaros vs hombres civilizados, sino que ganan calado y riqueza. Nos sentimos implicados, tanto en el escenario como en la trama, y eso es lo que hace funcionar el conjunto.
El resultado es uno de los cómics más acertados que he visto de espada y brujería. Tiene todo el sabor de los clásicos originales, la narración está muy cuidada y el apartado gráfico es soberbio. Una cita inexcusable para los amantes del género que Panini nos presenta en una edición muy completa (muy acertados los artículos de Mark Finn y Arvid Nelson) y cuidada.
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