Sí, eso es.
Se trata de un simple acercamiento. Sin querer profundizar demasiado.
Un artículo sobre el escritor argentino
Nunca lo he ocultado: Jorge Luis Borges es uno de los autores que más frecuento. Reconozco que a priori puede parecer un autor críptico que exige un esfuerzo intelectual tan alto que casi impide disfrutar de su lectura.
Con estas líneas, no pretendo escribir un ensayo sobre la narrativa de Borges, pero sí, al menos, esbozar unas ideas con el objeto de poder compartirlo.
Borges se parece mucho más a cualquiera de los pobladores de este foro de lo que parece. Si repasamos los autores que más cita en sus entrevistas (Kipling, Chesterton, Stevenson, Meyrink), descubrimos que era, sobre todo, un lector de literatura de género. Es más, junto con Bioy Casares, publicó, entre otras obras, dos antologías: una de relatos policiales y otra de literatura fantástica. Tampoco debemos olvidar que uno de los libros fundamentales en la educación de Borges fue Las mil y una noches.
La peculiaridad de Borges está en que también le apasionaba la metafísica. De hecho, Borges afirmó que la metafísica era una rama de la literatura fantástica. Como consecuencia de esa pasión, Borges se volcó en la lectura de otro género literario: el ensayo metafísico.
Si examinamos los relatos de Borges, podemos observar que formalmente la mayoría se construyen, como afirma Ricardo Piglia, sobre “los estereotipos levemente parodiados” de un relato de género, ya sea un relato policial, de aventuras o un ensayo fantástico/metafísico.
En cuanto al fondo, las historias de Borges se limitan a ocultar un secreto que será desvelado al final. Se trata de cuentos cerrados, redondos, con la tradicional sorpresa final. Borges no es, por tanto, un innovador, sino que moldea los autores casi todos decimonónicos que ha leído para reescribirlos a su manera.
Otra idea que me gustaría apuntar es que Borges es un farsante genial. Salpica sus textos de citas, a menudo apócrifas, que otorgan al relato un cierto peso de autoridad casi aristotélica. Por eso cuando un lector se sumerge en sus relatos, tiene la sensación de que está ante un erudito irrepetible. Como Lovecraft, Borges nos habla de personajes y libros que, en realidad, ni existieron ni los escribieron, pero de los que da tantos datos que cuesta creer lo contrario.
Este carácter pseudointelectual lo mezcla con una serie de motivos que repite constantemente como la cábala, los laberintos, los espejos. Uno de los relatos fundamentales para entender a Borges está precisamente construido sobre un espejo. Se trata de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. Cito textualmente:
“Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar”.
Quién haya leído el relato sabrá que versa sobre el descubrimiento de una enciclopedia apócrifa que poco a poco va reflejando y sustituyendo (como un espejo deformado) a la misma realidad.
Pues eso precisamente es lo mismo que pretende Borges: reescribir la realidad y, sobre todo, el pasado a través de la deformación que practica en sus relatos.
La última idea que quiero apuntar es forma de adjetivar de Borges. Por un lado, como consecuencia de su educación casi británica, antepone el adjetivo al sustantivo. Lo genial de Borges es que los junta de una forma para mí tan bella como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas. Así, en Borges es común la adjetivación afectiva, la hipálage y el oxímoron, figuras literarias que, si me apetece, ya explicaré otro día.
De momento dejo una cita:
“Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche”.
Sí, eso es.
Se trata de un simple acercamiento. Sin querer profundizar demasiado.
Para mí, Borges es el escritor modélico por su hondura literaria. Lo hacía todo bien, el relato, el ensayo y la poesía. Únicamente le faltó escribir una novela.
"Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje..."
Para mí es uno de los mejores escritores del siglo XX.
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Me ha encantado el artículo. Sencillo, pero una primera aproximación interesante al autor. A mí me fascina ese lado de erudito imposible que tiene su obra.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.