Numantina
Una columna de Sevilla Escribe sobre las publicaciones electrónicas.
Sí, numantina, así es como quiero que sea la defensa que pretendo hacer, que conserve ese espíritu, porque de verdad aprecio lo que defiendo.
Debe ser por la primera impresión que tuve cuando empecé a interesarme por ellas, o porque directamente las relacioné con los fanzines feotes y mal impresos que alguna vez me pasaron en mis tiempos de metalero militante. No lo sé con seguridad, quizá los motivos sean otros más lejanos, o más actuales incluso, quizá simplemente sea una defensa de lo propio, pues estoy involucrado en más de una. El caso es que les tengo un especial cariño y respeto a las revistas electrónicas (no es que lea tantas, ni mucho menos, pero las que leo, las leo con ganas), y el haber sabido en un breve lapso de tiempo de unas cuantas alusiones poco elogiosas me incita a salir por la tangente de romper una lanza en favor de este medio.
Las alusiones que menciono no tienen por qué ser directas (que las hay) ni genéricas (que también las hay), de hecho algunas no están en absoluto relacionadas unas con otras ni apuntan a este tema en exclusiva, pero sí que en conjunto crean una corriente de opinión que, a grandes rasgos, considera que las revistas electrónicas están a años luz de cualquier publicación en papel, casi a la misma altura que spamear con tus textos las cuentas de correo de tu círculo de amistades, si me apuran.
Se equivocan de medio a medio… o me equivoco yo, quién sabe…
Esta corriente de pensamiento influye tanto en los autores como en los lectores de manera que una inercia alimenta a la otra (algo natural teniendo en cuenta que los primeros son necesariamente de los segundos, y que en el mundillo en que nos movemos también los segundos suelen ser los primeros), haciendo un flaco favor a las revistas electrónicas y en general al conjunto de este mundillo que integramos ya sabes quiénes si estás leyendo estas líneas. Debido a esto los primeros apenas cuentan con esa opción a la hora de dar salida al material que tienen, o, yendo un poco más allá, escribiendo obras ex profeso para su publicación en este medio, pues lo consideran poco valioso o de escasa difusión. Los lectores por su parte acusan esta influencia perdiéndole el respeto a las revistas electrónicas, considerando a priori que lo que van a encontrar en ellas es por definición de inferior calidad que cualquier publicación en papel, y una vez los apriorismos se asientan en las meninges…
Bien, si hablamos de calidades de diseño y cuidado en la presentación creo que las evidencias van a mi favor. La prueba es simple, consiste en buscar por casa esas muchas ediciones relativamente baratas que tenemos y echarles un ojo a ver qué tal andan de legibilidad, calidad de la maquetación, del diseño general, durabilidad, corrección ortosintáctica y de estilo… ¿Qué tal? Así así, ¿no? Las hay que merecen la pena, y las hay que no se sabe por dónde cogerlas, con un tamaño de letra en muchas ocasiones ilegible o exagerado, o simplemente borrosas por un error de imprenta, con el cuerpo o la portada descuadrados, sin más diseño que un tipo de letra sin gracia y un color liso y ni siquiera atractivo, encuadernadas con tan poco talento que casi se convierten en libros de usar y tirar, saturadas de erratas, dedazos y faltas de ortografía de escolar poco aplicado… Ahora revisen por ejemplo el último número de la revista Generación Zero, el dedicado a la Ciencia Ficción. ¿Qué tal? No todos tendremos el mismo gusto estético, pero a mí me encanta, y el que no comparta conmigo esta apreciación o incluso la suya sea contraria no me podrá negar el trabajo, el mimo y las ganas de agradar con los que está hecho ese diseño. ¿Se lee bien? Yo diría que sí, que todos los párrafos están en su sitio y la letra es suficientemente grande como par leerla sin problemas (en caso contrario el zoom está a un clic de distancia). ¿Cómo anda de corrección? ¿Seguro que no se han topado con uno, o un par, o un montón de libros con muchas más faltas, erratas y dedazos? Aparte de todo eso, el producto va a durar en perfectas condiciones todo el tiempo que nosotros queramos conservarlo en cualquier disco duro o lápiz de memoria.
¿De verdad eran mejores aquellos libros que esa revista en cuanto a formato? Ya, ya sé que lo otro está hecho en sacrosanto papel, palabras mayores, lo que lleva siglos sirviendo de medio a tantos y tantos escritores, grandes y pequeños, conocidos y desconocidos, para compartir con otros sus obras. Eso es cierto, ahí no tengo nada que objetar, las revistas electrónicas están fabricadas de bits, de esa sustancia tan etérea y poco valiosa que, por casualidad, es de la que se alimentan los e-books, lo que se supone que es el futuro de la literatura, ¿alguien se acuerda? Supongo que no, supongo que tampoco importa…
En cuanto a difusión, qué decir: España es el país de las pequeñas tiradas, un número reducido de posibilidades de ser leído que pulula por ahí y que, con suerte, lo mismo se transforma íntegro en lectores, o lo mismo no y el número de posibilidades hechas realidad es mínimo. Las revistas electrónicas, incluso las más modestas y nuevas, pueden alcanzar fácilmente varios cientos de lectores. ¿Cuánto puede alcanzar una publicación con solera y amplia difusión? ¿Y cuánto alcanzarían todas si la gente les diera el valor que se merecen, sin prejuzgar, teniendo en cuenta que el precio final es cero y los trámites para conseguirlas un simple clic de ratón?
Sobre la reacción del lector a la mencionada influencia también se pueden hacer pruebas, buscar esas antologías o revistas impresas de cualquier temática que tenemos por ahí. Yo mismo, hace no demasiado, me topé por préstamo con obligación de lectura con una antología de autores con renombre. Me refiero a renombre internacional, a clásicos. Y ¿saben lo que les digo? No me gustó mucho. Muchos relatos me parecieron sosos, apenas ejercicios de estilo, u obras menores, quizá descartes o relleno de otras antologías. ¿No les ha pasado lo mismo más de una y de dos veces? Yo he leído revistas electrónicas al menos con la misma calidad media que muchas antologías o revistas que tengo en papel, y estoy seguro de no ser el único. ¿Qué falló? Supongo que el seleccionador, o seleccionadores, o redacción, o jurado o váyase usted a saber quién. Quien sea falló de la misma manera que puede fallar el equivalente de una revista electrónica, el mismo que en más de una ocasión a cualquiera de nosotros nos ha rechazado una obra que hemos mandado a una revista electrónica, porque éstas también tienen sus filtros, ¿qué se creen?
Otros me dirán que sí, que todo comité de selección puede fallar, pero que más empeño pondrá en no hacerlo aquél que se juega su dinero o el dinero de la empresa que le paga en apostar por la impresión de esa obra. Y estaré de acuerdo en que hay casos así, pero que también hay casos en los que el dinero que se juega es la inversión obligatoria necesaria para conseguir la subvención que se buscaba, o el dinero de autores y amigos enredados en una coedición fraudulenta… etcétera…
Una vez más, ¿de verdad se puede decir a priori que el contenido de una publicación en papel es de mayor calidad que el de una revista electrónica? No lo veo, necesito una comparación contenido a contenido que me abra los ojos para poder creer en eso y, ¿saben lo que les digo?, yo ya las he hecho por mi cuenta. La conclusión que he sacado es que ese apriorismo se sustenta en algo poco más sólido que el humo.
En fin, no sigo, reconozco que hay un buen porcentaje de subjetividad en todo lo de arriba, de partidismo (confeso, eso sí), y que con esos mimbres el cesto sale desfondado de fábrica. Tampoco creo que haga falta, creo que se puede apelar a algo más importante a la hora de reivindicar el lugar y la dignidad de las revistas electrónicas. Seguro que les suena de muchas biografías de sus autores preferidos aquello de que empezaron publicando sus primeros relatos en revistas locales, de pequeña tirada, apenas conocidas por nadie o muy conocidas pero encuadradas dentro de eso que se llamó y se llama literatura pulp o Serie B, hecha con papel de baja calidad para garantizar un precio de venta mínimo, literatura de consumo rápido. Bien, pues las herederas de esas publicaciones son las revistas electrónicas de hoy, y los autores noveles que suman su ilusión a los editores de las mismas son los reflejos futuros de aquellos autores que comenzaron en esos medios modestos y a día de hoy nos han hecho disfrutar tanto con sus obras que consideramos que les debemos algo. ¿No les parece que se merecen nuestra atención, nuestro respeto, que se merecen que les demos una oportunidad y que no los prejuzguemos? Quizá sean los que hagan disfrutar a los que dejemos una vez nos hayamos ido, creo que sólo por eso se lo merecen.
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Columna cortesía de Sevilla Escribe: http://sevillaescribe.blogspot.com/
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Muy interesante la columna, y muy de acuerdo con ella, pero el problema es que los a prioris también marcan tendencias, y si los autores no ponen toda la carne en el asador... Esto es una cuestión de tiempo y de trabajo de fondo como el que están haciendo algunos editores digitales. Yo creo que merece la pena apostar por ello y estoy intentando reservar un hueco y energías. Eso sí, a día de hoy, luce más el trabajo en papel, aunque se lea menos. Y como esto de escribir va mucho por la satisfacción personal...
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.