Sherlock Holmes

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Reinventando al personaje de Arthur Conan Doyle... una vez más.

 

Anteayer vi, por fin, la película de Guy Ritchie sobre Sherlock Holmes. El famoso detective privado creado por Arthur Conan Doyle, que en esta ocasión venía interpretado por Robert Downey Jr. (el cual, por algún extraño motivo, me recordaba constantemente a Joaquín Sabina; debe ser culpa de la barba), distaba bastante de su imagen habitual. No obstante, no tengo queja sobre la interpretación del actor, ni sobre la de Jude Law, que encarna a un Watson bastante atípico también, y que poco tiene que ver con el comparsa sorprendido y bonachón al que nos habíamos habituado.

No tengo queja ni voy a entrar a valorar si se parece más o menos al original, por un lado porque tengo pendiente releer la obra original (no me fío de mi memoria) y, por otro, porque son personajes tan asimilados por el imaginario colectivo que es absurdo pedirles fidelidad a estas alturas. Como mucho, se pueden esperar guiños pertinentes. Sherlock Holmes ha sido reinventado mil veces, y sus aventuras narradas desde muchos ángulos, algunos incluso cómicos aun sin tratarse de parodias.

¿Cómo ha sido reinventado en esta ocasión? Como un personaje de acción. No lo digo solamente por las escenas herederas de Matrix, sino por el propio enfoque del detective, quien no sólo pasa largo rato repartiendo candela a diestro y siniestro, sino que también se funde en una amalgama de combatiente lógico deductivo. Una de las escenas más curiosas de la película, y que si no fuera por su gancho resultaría de lo más gratuito, es la que muestra a Holmes en una pelea clandestina. Creo que, aunque poco realista, resume bien el estilo que se le ha querido dar en esta ocasión.

Duele un poco en la nostalgia, y apena pensar que, en los tiempos que corren, un héroe que basa su carisma únicamente en el intelecto resulta menos atractivo que un hombre de acción. Al mismo tiempo, esta reconversión funciona, y aunque el experimento tienda en ocasiones a seguir la sombra de Indiana Jones, tampoco cabe lamentar la pérdida de la elegancia decimonónica.

Ayuda, todo hay que decirlo, el escenario y el telón de fondo en general, sobre todo para los que cojeamos de tinieblas, como el aquí firmante. Una historia de tintes dantescos, con sectas macabras y guiños aparentes al Jack el destripador de Alan Moore, tenía muchas papeletas para llevársenos al huerto (no en vano, algunos disfrutamos todavía con Sherlock Holmes y el secreto de la pirámide. Los medios que pone la película al respecto se agradecen igualmente. No sé cómo habrá sido verla en la gran pantalla, pero en la pequeña, y aun a pesar del toque cartón piedra digital de algunos momentos, se disfruta mucho. Quizás, de hecho, precisamente por ello, por lo naif de algunas escenas, que de tan faraónicas se ven la costuras.

Al final, nos encaje o no con el personaje, hay que reconocer que te diviertes viéndola. El argumento cumple, la estética engancha y tiene buen ritmo. Yo, desde luego, me la volveré a ver unas cuantas veces.

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virgensuicida
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Desde luego es una versión muy entretenida del personaje, aunque como dices es una lástima que los personajes intelectuales (sin más) parezcan no inspirar a ningún director. Para mí, lo mejor son las escenas de diálogo entre Jude Law y Downey Jr., ¡que no se parece nada a Sabina!! ;-)

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Charlie P Raven
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Yo disfruté cada segundo de esta película, y la música, !oh! ¿que puedo decir de la música? Fantástica, Rachel McAdams es una gran Irene Adler y la verdad ya espero la secuela.

Y mi alma, debajo de esa sombra que se tiende sobre el suelo, no será prisionera... Nunca más
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