La biblioteca férrea
Reseña del recopilatorio de obras ganadoras y finalistas de los Premios del Tren 2005 editado por RENFE
Soy un lector romántico, de los que disfrutan leyendo en los trenes, y, como tal, me tomé como un buen presagio el encontrarme este libro (cuyo título no está muy claro, aunque intuyo doble) en mi compartimento. “La biblioteca férrea”, “La tierra que persigue” se podía leer en la portada. Después, hojeando la introducción, descubrí que eran los nombres de las obras ganadoras de los Premios del Tren 2005, del “Camilo José Cela” de Cuentos y del “Antonio Machado” de Poesía respectivamente.
“Demonios”, me dije, “qué buena ocasión para aprender de los ganadores de un premio tan conocido.” Lo que no sabía yo es que, como en las buenas novelas, aquello iba a tener un final inesperado. Y eso que no era ni novela, ni buena.
La cosa empezó mal. “La biblioteca férrea” es un relato mal escrito. En él, el autor está más preocupado por lucirse que por la legibilidad de su texto. En concreto, es el primero de la antología en dejar claro que aquello de que las oraciones son unidades semánticas le importa unos cuantos pimientos. Debemos ser la única lengua que premia a los escritores por utilizar mal los signos de puntuación. Al menos, yo no he visto jamás desmanes semejantes en ninguna otra. En cualquier caso, la cosa hubiera podido quedar en lo anecdótico si el lector fuera deslumbrado por un argumento sin par, pero tampoco es el caso. Aunque a algunos les parezca que con salir de la dictadura ya vivieron lo más interesante del mundo, lo cierto es que, a nivel literario, es necesario aportar algo más.
El cambio a “El concierto o tribulaciones de un tren hacia La Habana” empeoró la cosa. Que el autor sea cubano y que la situación del país resulte interesante no es excusa para dar por bueno un relato con una colocación tan peregrina de las comas y los puntos. Sin motivo alguno se obliga al lector a que se enfrente a frases kilométricas donde se agolpan, sin orden ni concierto, las oraciones, perdiéndose todo significado. Sin duda el autor será un magnífico narrador de historias y un buen artista, pero eso no le convierte en un buen escritor. Y, desde mi modesto punto de vista, los concursos literarios deberían ir de literatura. Exclusivamente.
Para rematar la jugada tenemos un texto pedante hasta el extremo: “El rigor de las desdichas”. En él se sucede un guiño tras otro a la cultura literaria, de un modo totalmente tedioso, desprovisto de gracia, que sume al lector en la incredulidad más absoluta. Quizá se deba a lo artificiosos que resultan los personajes, casi tan mal hilados como la excusa de la grabadora para poder usar la primera persona con diálogos detallados. En cualquier caso, el conjunto es lamentable: una historia cogida con alfileres digna de un escritor imberbe.
Por fortuna la cosa se salva con “Donde los trenes se desbocan”, un buen relato que deja la impresión de haber sido ligeramente retocado para que entrara en la temática ferroviaria. Afortunadamente, el jurado decidió incluirlo a pesar de ello, pues es la mejor obra del conjunto y la que anima a seguir leyendo.
Como cierre tenemos “Cuentos del tren” y “El jefe de la estación”, dos historias correctamente ejecutadas pero sin demasiada chispa ni demasiado aporte al lector. Entretenidas, pero tampoco nada del otro jueves.
Con este plantel uno cierra el libro creyendo haber aprendido una única cosa: que los premios literarios a veces tienen poco que ver con la literatura.
Autores
La parte de prosa del libro recoge al ganador y a los finalistas del Premio Camilo José Cela de Cuentos, que son, en orden de aparición, José Fernández de la Sota, Leonel Pérez Pérez, Rubén Caba, Laura Blanca Coton, Iciar Masip Orcajada y Hernan Migoya.
Sinopsis
Antología compuesta con los relatos premiados en el concurso los Premios del Tren 2005, todos los cuáles incluyen en su trama algún elemento, más o menos importante, del mundo ferroviario
Edición
La biblioteca férrea
Varios autores
Bolsillo
RENFE, 2006
Conclusión
Cuando uno termina una lectura tan decepcionado, especialmente cuando es un lector conciliador que siempre saca el lado bueno de los libros –como habréis podido comprobar los que leéis mis reseñas-, es difícil no decir alguna barbaridad. Que las buenas intenciones de la RENFE, grandilocuentemente expresadas en la introducción, son falsas es la opción alternativa a que su ejecución haya sido muy torpemente puesta en práctica. El que las reseñas biográficas de los autores sean más interesantes que sus relatos es algo inquietante.
Francamente, después de haber leído esta antología -y que quede claro que no me he leído la parte de poesía por falta de fe en el libro y de criterio en ese campo, lo que me hacía temer malas influencias- tengo claro que no participaré jamás en los Premios del Tren. No se trata de que no me guste el tema –como ya he dicho soy un viajero asiduo y un buen lector- o de que no me vea capaz de escribir mejor que los ganadores. Simplemente, me ha quedado muy claro que mi concepto de la literatura y el de la organización no tienen nada en común.
Nota: 45
Lo mejor: Hay algunos relatos entretenidos
Lo peor: La decepción que conlleva encontrarse semejante repertorio como muestra de los ganadores de un concurso tan bien dotado
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