Novo dijo:
Cuanto mejor le va al rico, mejor le va al pobre. Es impepinable. Eso es que se está produciendo riqueza, aumentan el consumo y el ahorro y permite la inversión. Otra cosa es que consideres injusto ese reparto de la riqueza, pero repercute positivamente en todos los estratos sociales.
La tendencia no es al monopolio, eso es la aspiración, pero eso es imposible de conseguir en un mercado libre. El único capaz de lograr un monopolio es el Estado o mediante este.
Xoso dijo:
"El monopolio es imposible en un mercado libre". Jajajajaja. A ver, que ponga eso en un (fragmento de un) libro que te hayas leído, o que te lo dijese Bastos en una de sus clases gordistrales, no significa que sea verdad. Primero habría que definir eso del "mercado libre", porque desde el momento en que cualquier empresa o individuo puede invertir parte de sus beneficios en lobbies destinados a influir en legislación y gobierno, el mercado deja de ser libre. Es decir, tu "mercado libre" no existe salvo en tu imaginación liberal. En el mundo real, en el capitalismo real, el "mercado libre" con el que soñáis los liberales es tan utópico y plausible como el paraíso comunista. Por lo tanto, los monopolios son más que posibles, es a lo que aspira todo gran conglomerado empresarial a base de influir en política (¿te suena la "Ley Mickey", por poner un ejemplo?).
En el momento en que la empresa privada comienza a injerir en los asuntos del estado mediante lobbies de presión, se convierte en parte del estado.
No hay ningún muro invisible que separa al estado, a lo público, del ámbito privado. Siempre han estado interconectados y siempre lo estarán. Es el mercado amigo, e inherente a cualquier civilización humana. Esa idea del estado y la empresa como entes estancos suena muy bien en los libros con los que os estafa Huerta de Soto, pero el mundo real (TM) funciona de otra manera.
La filantropía me parece muy bien. Lo que jamás aceptaré es que haya que renunciar a los impuestos para aspirar a cambio a que los ricachones sean buenos y nos den limosnas. Hay que ser muy subnormal para tragarse esa mierda.
Paga tus impuestos y luego con el dinero que te sobra haz lo que quieras, como si te da por construir un cohete casero para demostrar que la tierra es plana.
Supongo que sabrás ponerme cientos de ejemplos donde exista un monopolio sin injerencia estatal para afirmar que un agente económico es capaz de copar él solo todo el mercado.
Cualquier ejemplo de oligopolio no encierra otra cosa que el más puro intervencionismo. Ya sea por un origen estatal, a través de regulaciones demasiado estrictas (que en realidad es clientelismo), etc. Pero vamos, cualquier liberal critica el clientelismo, el corporativismo, los lobbies, las puertas giratorias, la aprobación de leyes a golpe de talonario y cualquier instrumentación del Estado para los intereses particulares y que impida la libre competencia.
Es más, es que esa es precisamente la distinción entre liberalismo (clásico) y ""neoliberalismo"" (si es que se puede tomar seriamente ese término más allá de la agitprop izquierdista). Y más todavía, el neoliberalismo es el sistema económico sobre el que se consolidó la socialdemocracia.
¿Qué pasó? Que el político garantiza empleos, condiciones laborales, bienes y servicios a un público amplio para facilitar la expansión empresarial. Es un mero intermediario de favores con los que obtiene popularidad, votos y poder. Un poder que, recordemos, es el "real", es la fuerza, el que es capaz de someter a otros a caprichos arbitrarios.
De ahí que desde el liberalismo defienda la separación de Estado y negocios, para lo "bueno" y para lo "malo". En el libre mercado todo vale y todo puede suceder, el pez chico se puede comer al grande. Lo que hace el grande es escudarse en la legislación para evitar tener que competir y en ese momento el mercado no es libre e impera la ley de la selva, es decir, la ley del más fuerte, que es el Estado.
Que después te lo venden como un favor y como un logro, a corto plazo puede generar incentivos para el mercado, ok, pero a medio-largo plazo las regulaciones acaban distorsionando el mercado y acaban estropeando más de lo que arreglan.
Espero que no estés remitiéndote a Huerta de Soto como adalid del liberalismo porque no es liberal, es anarcocapitalista, cree que el Estado debería desaparecer, con lo cual, hasta el hombre de paja está mal hecho. No sé si esa mezcla es malintencionada o mera ignorancia, pero que muchos liberales beban de los argumentos de HdS para atacar los desmanes del Estado no quiere decir que todos los liberales sean ancaps o que el argumento sea tan disparatado como otras cosas que sostienen los ancaps.
Lo siento si me he repetido o dicho cosas muy obvias, pero es que ya no sé ni cuál es el nivel.
No soy xoso, pero ya te puedo comentar que existen monopolios (u oligopolios) naturales.
Esencialmente, en aquellos sectores donde la inversión inicial es tan grande, que el mercado no tiene espacio para varios competidores.
Y no es una mera hipótesis teórica. En la energía eléctrica se acabó el monopolio por la intervención estatal.
Tradicionalmente, las compañías eléctricas se encargaban de los tres pasos: generación, comercialización y distribución. Esto, suponía en la práctica que las empresas del sector eran monopolistas en sus parecelas. Por eso en Galicia se habla de Fenosa, en Madrid de Endesa y en el País Vasco de Iberdrola.
Fue la intervención estatal la que obligó a fragmentar el negocio en tres, y a las dueñas de la infraestructura a darle servicio a empresas de la competencia. Por eso ahora puedes contratar en Vigo con Endesa o Iberdrola, aunque Fenosa (hoy Gas Natural) siga siendo la dueña de la infraestructura.
Y pasa un poco lo mismo con la telefonía móvil e internet: Hay tres grandes redes, pero operadores más pequeños pueden comercializar porque el Estado obliga a los dueños de las redes a compartirlas.
Y ya sin irnos a los monopolios naturales por el tamaño de mercado, tenemos las conductas sancionadas por el derecho de la competencia: Desde los carteles que se forman (en las gasolineras, por ejemplo), a otras prácticas abusivas que pueden permitirse los grandes para echar a los pequeños (desde vender a pérdidas para expulsar a la competencia, a lo que hizo la General Motors, de comprar y cerrar las empresas de transporte público para que todo el mundo compre un automóvil).