Reto 07: Asteroides, vacas, veneno, insultos y túneles de lavado

Oye, y qué os parecería ir comentando los textos según la gente los vaya colgando, cuando tenemos la lectura fresca, y no al final, que hay que volver a leerlos y a menudo la impresión es otra, y dejas tu comentario y ya está y no hay diálogo. Pues eso, qué pensáis?

Vacas voladoras en el cielo de Marte

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El hombre-lagarto

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El hongo alucinante

A veces pasa que uno de nosotros, los subdesarrollados, coincide con alguien importante; es muy raro pero a veces pasa. A mí me ha pasado, sin ir más lejos. En el astrobús de línea, atravesando el desangelado Cinturón de asteroides, me tocó estar codo con codo junto a Profiero Graves Insultos, el mayor comerciante de ganado del sistema solar: cómo no acordarse de esas imágenes de vacas lanudas adaptadas a los mundos gélidos que a veces nos pasan en el comedor. Lo reconocí enseguida por la papada trémula, artificialmente alargada (1), lo que le da el aspecto característico de lagarto (2), también por el traje color de bosta fresca con montoncitos vibrantes de moscas pegadas. Para mi sorpresa, Profiero no dudó en saludarme, dejándome en la mano un largo rastro húmedo. «¿Hace una seta, tú?», preguntó con voz inesperadamente aguda y un juguetón acento de las colonias, mientras introducía en el bolsillo del pecho un delgado apéndice, una especie de brazo auxiliar terminado en un solo dedo con una uña pintada de rojo sangre alimaña. El tres nombres (3) expuso a mi vista una seta de color intenso que luego, después de rehusar yo, puso entre las dos puntas de su lengua operada. «Auténtico hongo marciano, tú. Auténtica mierda flipante.» Por lo visto, entre las excentricidades del señor Graves, aparte de viajar con la peña de subdesarrollados en destartalados astrobuses, también está la de comerse una seta venenosa de cuando en cuando. Y en fin, pasó lo que tenía que pasar, Profiero se indispuso. Lo que me pude reír… -a quién no le gusta ver boquear a su lado a un pez verdaderamente gordo. Al final, retorciéndose y confundido por el tóxico, pedía a gritos, en lugar de un lavado de estómago, un túnel de lavado. «¡Hacedme un túnel de lavado, por Dios!» Luego, cuando dos enfermeros alados ya se lo llevaban, alguien dijo que ese no era Graves sino solo un actor contratado por la empresa para amenizar el trayecto. «Tú, ese no es Graves», decía, vuelta hacia mí su cara sin rasgos, apenas unas aberturas en la cabeza de pelele. No le creí. Apreté los puños guardándolos en los bolsillos del mono oscuro, como escondiendo pepitas de oro robadas en las minas de un asteroide. No estaba dispuesto a creerle. Por una vez tenía algo que contar. Después, en la estación, cuando nos hicieron pasar corriendo por el tubo de descontaminación, los chorros de agua hirviente taladrándonos la espalda, yo aún mantenía los puños cerrados; quería conservar a toda costa el rastro de baba que había dejado en mi palma la extremidad de Profiero. Por la noche le conté la historia a mi compañero de cubículo. No me creyó, es verdad que la exageré un poco, pero me dio a cambio una astilla de carbón. «Ya puedes hurgarte entre los dientes, mentiroso de mierda.» Sí, sí, pero juro que el bruto se durmió con una sonrisa en los labios. Cuando sus ronquidos se elevaron en el cuarto como la respiración de una bestia tranquila, me levanté, y en un pedazo de papel higiénico (4) empecé a escribir el relato de mi encuentro con Profiero Graves Insultos, el mayor ganadero de la galaxia.

(1) Como es de sobra conocido, la papada le llega hasta el pecho.

(2) No me detendré en la descripción de otros detalles como el ensanchamiento de la parte posterior de la cabeza o el implante en el cuero cabelludo de una carnosa cresta, puesto que todo el mundo conoce o mejor dicho ha visto en imagen mil veces a Profiero.

(3) Ahí es nada, solo el puto amo del universo tiene más.

4) El papel que nos dan es papel mil veces reciclado, duro como el cartón, apto por lo tanto para escribir en él, como no lo es para limpiarse el trasero.

Que no estás nada satisfecho, Fly? Pues está muy bien, muy fluido. Me ha gustado el tipo ese sin escrúpulos. Y lo habrás escrito ¿en cuánto tiempo? Y todo diálogos, que dicen que es muy difícil.

¿40 minutos? A mí en 40 minutos solo me da tiempo a apuntar la fecha. Yo he tardado 8 días en escribir el mío, pon que le he dedicado media hora cada día, e igual me quedo corto, pues me salen 4 horas completas, qué te parece. Tú, Bote, cuánto le has dedicado al tuyo?

Lo de los diálogos lo he oído decir muchas veces, y sí que creo que es complicado que un texto que solo se base en ellos quede bien, y el tuyo queda bien, no se echan de menos las acotaciones y eso

Bote, me he vuelto a leer tu relato, y lo siento, tengo que darte un disgusto, no me parece ni forzado ni típico ni incongruente. Además, tú qué vas a saber. Puede que Fly tenga razón y sobre alguna interrupción lógica. Puede que lo del fin del mundo a resultas del impacto de un asteroide esté muy visto, pero tal y como está expuesto pues no. Me quedo con las ganas de saber más cosas sobre los que han hecho la pregunta. Solo se dice que son idiotas babeantes, gelatinosos, que flotan en la neurored.