La aventura del ciclista solitario
Sobre el cuarto caso de El retorno de Sherlock Holmes
El caso que nos presenta La aventura del ciclista solitario tiene muchos puntos en común con otras de las historias de Sherlock Holmes que se habían publicado con anterioridad. En particular, tenemos ecos de Estudio en escarlata, por ejemplo, con todo el asunto de cuentas pendientes, conspiraciones y oscuros pasados venidos de los «territorios de ultramar», si aprovechamos el entrecomillado para meter en el mismo saco aquellos lugares, como Australia o Estados Unidos, que fueron o eran todavía parte del Imperio británico.
El enfoque de amenaza en las sombras, cercana pero todavía sin concretar, se repite así mismo, creando una atmósfera tensa y opresiva, en esta ocasión centrada en una joven de carácter que se siente incómoda con su nuevo empleo de profesora particular de un niño que está al cuidado de unos señores que habían conocido en las colonias a uno de sus familiares. Esta incomodidad tiene su origen en el comportamiento de estos dos tipos por motivos diferentes y, sobre todo, porque al mismo tiempo se da cuenta de que, en sus trayectos de ida y vuelta hasta la solitaria mansión, los cuales realiza en bicicleta, otro hombre, con una característica barba, la sigue a una distancia prudencial y evita, al mismo tiempo, entrar en contacto con ella.
Cabe imaginar que, en la época, uno de los ganchos llamativos del caso era el papel central de las bicicletas, las cuales se habían puesto muy de moda a finales del siglo XIX tanto como medio de transporte como elemento de ocio para la burguesía. De hecho, la principal novedad aparente del caso es que tienen un papel central dentro de la narración: las pesquisas de Sherlock Holmes van a centrarse en esos trayectos de ida y vuelta con la ayuda de Watson, quienes intentan averiguar más sobre la situación en vez de desenmascarar directamente al tipo de la barba.
A día de hoy, por el contrario, el punto más llamativo e interesante del relato es la clarividencia con la que muestra el acoso que sufren las mujeres y las violencias a las que pueden estar sometidas en sus entornos más cercanos. Evidentemente, hay diferencias singulares con la época victoriana, tanto en cuestiones de legalidad vigente como de estructura y mentalidad de la sociedad, pero es imposible no ver los paralelismos con situaciones actuales de violencia de género.
La resolución del caso es trepidante para los estándares de los relatos de Sherlock Holmes e incluye escenas de acción, lo que le da un valor añadido. Así mismo, las piezas que se han ido presentado a lo largo de la historia encajan a la perfección al final de la misma, revelando más de lo que el propio lector consigue adivinar de modo cabal. De esta manera, aunque pueda haber elementos que se hayan quedado lejanos a nuestra sensibilidad actual, lo cierto es que La aventura del ciclista solitario resulta una lectura con muchos elementos originales dentro del conjunto de la obra dedicada al famoso detective.
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