Los tres reyes
Reseña del libro de Roberto Malo, Jesús Mesa, Daniel Tejero y Teresa del Río publicado por Dissident Tales
Los tres reyes es una historia que retoma los clásicos de los cuentos de hadas pero, ya desde el principio, con un toque de humor socarrón y un pie puesto en nuestra realidad contemporánea. Así, el relato de Roberto Malo, Jesús Mesa y Daniel Tejero tiene a su rey desvelado por su hija, la princesa, aunque esta es una caprichosa de primer orden y las inquietudes del monarca vienen por si son desalojados de su reino por culpa de la crisis, no por ninguna maldición ni ejército invasor.
También tendremos dragones, duendes y juglares, y el clásico camino del aventurero, aunque en esta ocasión es el mismo rey atribulado quien lo recorre, no un caballero de brillante armadura. Eso sí, las pruebas que tendrá que superar serán tan atípicas como peregrinas. No lo es menos el acertado desenlace abierto o las cuestiones de fondo que plantea el cuento.
La estructura de Los tres reyes hace pensar que se trata de un espectáculo de títeres o marionetas, quizás un cuentacuentos con muñecos, que se ha adaptado a relato. En este sentido, sigue funcionando muy bien como simple lectura, pero gana mucho si alguien capaz de poner voces distintas se lo lee a los más pequeños. Si es el caso, hay que tomar aliento, pues el camino es algo más largo que los cuentos tradicionales. La inclusión de poemas y alguna adivinanza, no obstante, hace que sea fácil conseguirse alguna pausa sin perder la atención del auditorio.
El apartado gráfico, que corre a cargo de Teresa del Río, sigue en esta línea entre lo clásico y lo contemporáneo, entre lo urbano y lo feérico. Sus personajes y sus duendes no desentonarían en un graffiti o un mural sin que por ello hayan abandonado una estética “de época”. Sus dibujos están llenos de viveza y la calidez de los lápices resulta muy agradable y acertada.
Con todos estos elementos, Los tres reyes es una apuesta peculiar y necesaria, una reinvención de los cuentos de hadas habituales a un trasfondo más propio de los que rara vez tenemos contacto con príncipes y princesas al uso. Conserva toda la magia, eso sí, de su larga tradición.
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