“–Me enrollé con un tío al que no conocía para dejar mi casa –se lamentó Blancanieves.
–No te quejes –respondió Cenicienta–, me casé con un millonario al que no conocía para escapar de la miseria.
–¡Ja! Os habríais podido ir –terció Caperucita, la roja–. Mirad, tengo treinta y cinco años, vivo con mis padres, cuido de mi abuela enferma y el Lobo continúa pasándose por el forro de los cojones la orden de alejamiento. “