Los mitos de Cthulhu
Comentario sobre la adaptación a cómic realizada por Alberto Breccia de algunos relatos de H.P. Lovecraft
A priori, todo aquél que haya leído las historias de Lovecraft relacionadas con los Mitos de Cthulhu se dará cuenta de la dificultad intrínseca de adaptarlas a un formato más gráfico.
Lovecraft era un maestro de la palabra, y lo puso de manifiesto, especialmente, en su serie de relatos de Horror Cósmico. Sus descripciones sobre los hechos que en ellos acontecen son, si se me permite la licencia, impresionistas: aparecen desenfocadas como el propio horror que relatan. Esa imposibilidad que traen consigo las criaturas de los mitos se ve reflejada en la propia escritura, en el modo en el que, a través de la visión de los protagonistas, se nos describe la locura, la oscura perturbación, con la que dichos seres violan nuestro espacio natural, nuestra lógica.
La pregunta del millón es ¿cómo es posible dar esa misma sensación con ilustraciones? O lo que es lo mismo, ¿quién le pone el cascabel al gato?
La editorial Sins entido nos trae la respuesta en este volumen titulado Los mitos de Cthulhu, un arriesgado proyecto de Alberto Breccia en el que se repasan algunas de las más sugerentes historias de H.P. Lovecraft.
“El ceremonial”, “La cosa en el umbral”, “La sombra sobre Innsmouth”, “La ciudad sin nombre”, “El horror de Dunwich”, “La llamada de Cthulhu” –que no podía faltar y que ha sido traducida, extrañamente, como “El llamado de Cthulhu”-, “El color que cayó del cielo”, “El morador de las tinieblas” y “El que susurraba en las tinieblas” se concatenan transportando al lector a un mundo sombrío e inquietante como sólo el maestro del terror que era Lovecraft podía haber creado.
Adaptados por Norberto Buscaglia o por el propio Breccia, los textos originales aparecen transformados al formato cómic, acompañando las ilustraciones o a modo de diálogos. Sin duda, los puristas encontrarán que la prosa ha adquirido un papel secundario en esta obra, y hasta cierto punto es así. Los mitos de Cthulhu es un cómic, no una serie de relatos ilustrados. El peso de la narración reposa, a pesar de la respetuosa adaptación que se ha hecho de los originales, en la imagen.
¿Bueno o malo? A mi parecer, distinto. Las ilustraciones de Breccia, en las que se combinan distintas técnicas –desde acuarelas a colage- siempre en un opresivo blanco y negro, son de una genialidad indiscutible. Transmiten toda esa sensación de caos, de malformación de la realidad, de locura, que los propios relatos de Lovecraft retrataban. Y no es algo sencillo sin caer en el exceso. Después de todo, uno en un cómic busca, en gran medida, arte figurativo.
Es por ello que me descubro.
La elegancia desplegada desde el primer relato, “El ceremonial”, me cautivó. Por fortuna, el embrujo no se rompió en ningún momento a lo largo de la extensa obra. Las sombras, los vacíos, los contrastes entre negros y blancos, a veces contrapuestos, a veces mezclados hasta que no es posible distinguirlos, los magistrales juegos de sombras; todos estos elementos, omnipresentes a lo largo de toda la obra crean una atmósfera irrepetible.
En mi opinión, es una adaptación muy acertada de un tema muy difícil. Un artículo de disfrute para aquéllos que conozcan bien la obra de Lovecraft y quieran rememorarla o descubrirla bajo una óptica distinta. Una obra muy recomendable también para aquéllos que quieran adentrarse en los mitos de Cthulhu y no sepan por dónde, pues sin duda les dejará con ganas de más, y, finalmente, una buena elección para los amantes de la estética oscura, de los cómics siniestros, pues la técnica empleada para plasmar los elementos primordiales, e indispensables, del horror cósmico es, sin duda, impecable.
Por supuesto, la obra tiene algunos puntos oscuros, como la desafortunada traducción de “La llamada de Cthulhu” o alguna errata peregrina, como que el último párrafo de “La sombra sobre Innsmouth” esté en italiano, lengua original de la obra de Breccia, pero son detalles que no ensombrecen una obra muy sólida y con una edición de un lujo apabullante, y no sólo por las cubiertas en cartoné o el generoso tamaño –tanto en cuestión de número de páginas como de formato-, sino por el acierto en la maquetación y el diseño del conjunto. Los claroscuros con los que tan genialmente Breccia perfila el horror de los mitos trascienden a las propias viñetas y saltan a los espacios intermedios y a las portadillas interiores llenándolo todo con una atmósfera de grimorio, de libro prohibido, que, ciertamente, ensalza el conjunto.
En conclusión, una adaptación que, en su trasgresión de los cánones de ilustración clásicos, se adecua a la perfección a la obra que pretende volver a narrar, una edición de lujo para un artista de lujo retomando, con respeto, a un maestro. Un cómic, en definitiva, que hará las delicias de los amantes del horror más surrealista. Un buen trabajo artístico y editorial, sin duda.
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