El hijo del dragón sueña en clase de pociones

Imagen de Patapalo

Es un nombre difícil, y tendrás que convivir con él toda tu existencia. El dragón es poder, pero también es responsabilidad, decisión, independencia.”

La cara del anciano hechicero que había realizado los augurios el día de su nacimiento se desvaneció ahuyentada por las estúpidas carcajadas de Goyle. La rutina de Hogwarts volvía sin piedad ninguna. Últimamente no conseguía disfrutar ni siquiera de sus clases de pociones. ¿Por qué tenía que tener como compañeros a unos ineptos como Crabbe y Goyle?

 

Eran estúpidos, inhábiles con los hechizos, poco imaginativos… auténticos peones; sin duda no eran buenos compañeros ni amigos. Carecían de las mínimas cualidades que debería tener un mago. Sin duda su padre se equivocaba al creer que el linaje y la sangre eran la única medida de las cosas, pero ¿cómo decírselo? Le aterraba enfrentarse a él, decepcionarle.

 

En aquel momento, Snape acababa de formular una pregunta y, perdido en sus pensamientos, Draco ni siquiera la había oído. No le preocupaba, y no sólo por su gran habilidad con las pociones, sino porque Severus nunca le castigaría. Era un auténtico privilegio que un hombre de su talento le apreciara. Nunca entendería por qué Dumbledore no le daba la plaza de Defensa contra las Artes Oscuras; sin duda era el profesor que más la merecía.

 

Hermione alzó la mano para contestar. Su impaciencia era tal que Draco no pudo evitar sonreírse. Estaba radiante cuando le dejaban demostrar cuánto sabía. Hubiera dado su mano derecha por que la chica le dedicase una sola mirada amable. Sin embargo, jamás podría confesar nada semejante. ¿Qué pensarían en su familia, en toda la casa de Slytherin, si supieran que sentía tal atracción por una muggle?

 

—Tal vez Draco quiera añadir algo a nuestra pequeña disertación dijo Snape con malevolencia.

 

Aquello le inquietó. Se había despistado de nuevo y no sabía ni siquiera de qué hablaban. La expresión de su rostro debía haberle traicionado pero, ¿habría sido con una sonrisa o con una mueca preocupada? Instintivamente se volvió hacia Hermione, pero al ver que todos le miraban expectantes, tuvo miedo de ver traicionado su secreto.

 

—Sólo me decía que algunos estudiantes creen saber tanto que son incapaces de escuchar a nuestros profesores y, por lo tanto, de aprender de los auténticos maestros improvisó para salir del paso.

 

—Gracias, Draco sonrió Snape, misterioso y halagado, entre el coro de risas de los Slytherin.

 

El resto de la clase se alargó hasta la eternidad. Draco deseaba escapar de ahí, irse lejos. Tal vez dar salida a su rabia contenida con algunos hechizos. La imagen de Hermione, roja de vergüenza e ira, le atormentaba, sobre todo porque él era el causante.

 

A la salida, como había imaginado, le esperaba Potter con la varita mal disimulada en los pliegues de su uniforme. Al igual que su padre, era un camorrista nato. Le hubiera encantado establecer otros vínculos con él, pero desde el primer día había quedado claro que su rivalidad no sería amistosa.

 

Aquella tarde no le preocupaba. Lo que realmente le tenía inquieto era que, independientemente del resultado del duelo que sin duda tendría lugar, él perdería: Hermione estaría un poco más lejos y su secreto se hundiría cada vez más en el olvido.

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