La espada salvaje de Conan: Los vientos de Aka-Gaar
Reseña del cuadragésimo cuarto tomo de la reedición de Planeta DeAgostini
En el volumen que nos ocupa constatamos el cambio de rumbo propuesto por Larry Yakata en los guiones, que supone un distanciamiento cada vez mayor con los de Michael Fleisher y un enfoque más adulto de la colección.
Hay que señalar, no obstante, que no se trata tampoco de una ruptura absoluta, como queda patente en la primera historia del mismo: Los señores del halcón. En ella, Larry Yakata retoma la secta de asesinos a la que ya se ha enfrentado Conan en al menos tres ocasiones: la Hermandad del Halcón. Eso sí, busca darles un protagonismo mayor y un enfoque más compacto a su aparición. Así, la historia gira en torno a una conspiración que busca la muerte definitiva del cimerio.
El enfoque es un poco enrevesado: tres reyes (o nobles) convencen a un cuarto (un viejo amigo de Conan enloquecido por los remordimientos) para tender una elaborada trampa al bárbaro y enterrarlo en vida. No sé si hacían falta alforjas para un viaje así, pero la historia funciona muy bien en el apartado estético gracias al trabajo de Ernie Chan y su estructura, con una macabra moralina final, hace que se lea con interés.
El entremés de Don Kraar, titulado en esta ocasión El favor, es una historia muy dura y osada para hacérsela protagonizar al cimerio, quien se encuentra con un camarada condenado a ser decapitado tras una revuelta contra el rey a quien sirve Conan. Las ilustraciones de Sal Buscema y Roy Richardson acompañan bien un texto sombrío y sin concesiones.
A continuación, Los vientos de Aka-Gaar, la historia que da nombre al volumen, nos presenta de nuevo a un Conan explorador, quien en esta ocasión se lleva a un grupo de patibularios a encontrar un oasis mítico perdido en un implacable desierto. En este particular viaje, que supondrá un auténtico camino del héroe para el bárbaro, habrá peligros sin cuento, aunque los mayores serán conseguir mantener el liderazgo de la tropa y, por supuesto, la naturaleza traicionera de los hombres.
El apartado gráfico, de la mano de Gary Kwapisz, es eficaz y, aunque el guión presenta algunos problemas de tempo en el desarrollo de la historia, nos brinda algunas escenas llenas de épica, como el enfrentamiento final de un Conan ciego contra un centenar de jinetes. Los ecos mitológicos de la trama están bien ligados a las particularidades del personaje.
Como cierre, Don Kraar nos presenta Los adversarios, que viene ilustrada por Rod Whigham. Una vez más, sus apuestas son duras como puñetazos y, al mismo tiempo, ingeniosas. En esta ocasión tendremos una pelea tabernaria cuando la guardia viene a reclutar marineros a la fuerza mientras Conan se concentra en un pulso mortal contra un kushita... en una mesa con víboras.
La espada salvaje de Conan: Los vientos de Aka-Gaar es un tomo muy satisfactorio. Las nuevas propuestas sorprenden al lector y van dando riqueza al conjunto de la colección. Personalmente, me gusta este enfoque más maduro, con detalles sobre las auténticas condiciones de vida de los desahuciados, y los ecos de mitología clásica rescatados dentro del contexto de espada y brujería.
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