La espada salvaje de Conan: El delator
Reseña del trigésimo quinto tomo de la reedición de Planeta DeAgostini
Volvemos en este volumen a la fórmula de dos historias largas y dos cortas de entregas precedentes y, quizás por ello, quizás por la participación de Buscema en las tramas, los resultados remontan, en particular en cuanto a la narrativa.
Empezamos con El rubí sangriento de la muerte, un título que, hay que reconocerlo, deja bastante que desear. No así la historia que nos presenta Michael Fleisher a partir de un argumento y bocetos de John Buscema, quien se encarga asimismo del apartado gráfico con la ayuda de Rudy Nebres.
Se trata de una historia de planteamiento clásico pero muy bien medida en los tiempos. Conan se ve mezclado en una búsqueda de tesoro de un modo fortuito, una llamada a la aventura a la que no podrá renunciar y que realizará acompañado de Sorcha, una pícara ladrona cuyo peso en la trama es más bien secundario pero que da algo más de lustre al conjunto. El desarrollo no es especialmente sorprendente ni falta que le hace: se nos da el tiempo para entrar en el escenario, hay la ración suficiente de monstruos y combates y el desenlace funciona a la perfección. Solo dos puntos mejorables: el soliloquio del malo al final para explicarnos el escenario es algo impostado (y moralista) y sirve tan solo de relleno y las planchas de la reedición parecen haber sufrido y algunas páginas son muy claras.
Como entremés, La dama de la torre, una historia prácticamente humorística cuyo guión corre a cargo de Steve Skeates y que ha contado con los lápices de Gary Kwapisz. Francamente, una aventurilla de obtención de tesoro y/o rescate de damisela que parece más propia de publicaciones como 2000AD pero que funciona bien en su conjunto como entretenimiento ligero. Muy buena la viñeta de cierre cuando el amante queda en brazos de la princesa...
Volvemos a las historias de calado con El delator, de nuevo con John Buscema y Michael Fleisher al mando de la historia y con la ayuda de Ernie Chan para los acabados gráficos. Y, de nuevo, muy conseguida y con un espíritu muy de Robert E. Howard en la realización.
La trama es clásica: Conan, pirata, termina mezclado en la rebelión de una ciudad estado oprimida por un nuevo y misterioso gobernante y, por supuesto, será él quien se vea abocado a encabezarla. Al mismo tiempo, hay un elemento de horror cósmico muy bien explotado dentro de la historia, no de meros monstruos, así como episodios de sensual decadencia dentro de la corte de la tirana (en esta ocasión, es una reina), que le dan mucho sabor y calado. La resolución pasará por el sacrificio, las armas y la osadía y el cimerio tendrá ocasión de mostrar sus aptitudes físicas y su capacidad de liderazgo.
Una historieta sobria pero muy bien ejecutada que muestra que no es necesario complicarse la vida ni los guiones para presentar una buena historia del género de espada y brujería. Sin duda, las aportaciones de John Buscema han dejado su huella.
Como cierre, Una noche en el Mazo, donde volvemos al registro ligero y humorístico, en esta ocasión con guión de Jim Owsley, lápices de Stan Woch y entintado de Ned Sonntag. En tres páginas se nos presenta a un Conan socarrón que prefiere transferir los problemas ligados a líos de faldas al primero que pasa por ahí y que es un soplo de aire fresco. Hay que reconocer que es raro ver al cimerio en una comedia de situación.
Con estos elementos, La espada salvaje de Conan: El delator es un buen número dentro del desarrollo de la colección. Esperemos que las aportaciones de Buscema sigan a la orden del día.
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