Máscaras de matar
Reseña de la novela de León Arsenal publicada por Minotauro
Leí Máscaras de matar cuando fue publicada tras ganar el premio Minotauro en el 2004 y he vuelto a leer el libro (cosa rara en mí) hace poco, con gran interés, porque durante todos estos años me había dejado una huella marcada gracias a su tratamiento del género de espada y brujería. La recordaba como una obra muy original, con un ritmo particular pero envolvente y con un escenario único, y me preguntaba hasta qué punto esa honda impresión se debía a tener quince años menos.
La verdad es que he vuelto a disfrutar enormemente de la novela y me ha entristecido ver que todavía no le había dedicado una reseña. Es tiempo de saldar esta deuda, porque, para mí, es una de las mejores novelas del género que he leído.
Máscaras de matar nos presenta un mundo fantástico en el que si bien existen las armas de pólvora, priman los guerreros que se baten con armas blancas, una suerte de mezcla que me hizo pensar por momentos en los combates de El último mohicano. No es por tanto una Edad Media al uso, tampoco una Antigüedad, pero no encaja tampoco en tiempos más modernos. El ambiente es salvaje y exótico, tiene olor a especias, a espacios abiertos, a junglas con caimanes y desiertos ardientes. Hay elementos que hacen pensar a Oriente y otros que nos remiten a África, quizás a América. Esta desubicación geográfica y temporal es, para mí, un gran acierto, no por aquello de buscar la originalidad por la originalidad, sino porque considero que León Arsenal nos hace viajar a tierras ignotas, lo cual siempre ha sido una gran baza en las novelas de espada y brujería.
Porque, en cualquier caso, para mí es claramente una novela de espada y brujería: en sus planteamientos, en sus escenas de batalla, de saqueo, de infiltración en templos misteriosos, de encuentros con monstruos, brujas y temerarios guerreros, de duelos y sed de gloria. Es curioso como el autor consigue dar vida a todos estos mecanismos y a los escenarios sin ahogarse en descripciones. La prosa es excelente y la mera elección de los nombres hace soñar con pueblos únicos e indómitos.
Luego está el tema que da nombre al libro: las máscaras. Buena parte de estos pueblos sigue la curiosa tradición de utilizar máscaras rituales con gran frecuencia. Estas nos hablan de la función de la persona en la sociedad, así como de su estatus, y hay algunas tan poderosas que terminan por poseer o inspirar de tal forma al portador que lo transforman. Como en muchos otros aspectos de la obra, el tratamiento de la hechicería y lo sobrenatural es sutil y muy sugerente.
La trama gira, de hecho, en torno a las máscaras, tanto a algunas legendarias que han trastocado el equilibrio político del mundo que se nos presenta como de algunas más mundanas, utilizadas por aquellos cuyo cometido es eliminar a criminales que han infringido tabúes y normas de gran importancia. Esta es, sin duda, apasionante, pero al final, a mi parecer, es una mera excusa para sumergirse en un mundo fascinante, algo, en cierto modo, recurrente en el género.
Así, Máscaras de matar es, para mí, no solo una novela muy entretenida y bien ejecutada, sino un portal abierto a un universo magnífico que no me hubiera importado revisitar en otras obras. Una novela, en definitiva, que merece la pena descubrir por los aficionados al género de espada y brujería: original tanto en el escenario como en el desarrollo, como decía al principio del artículo, en mí dejó una profunda huella. Muy recomendable.
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