Los espíritus de los muertos
Reseña del cómic de Richard Corben sobre la obra de Poe publicado por Planeta Cómic
La obra de Edgar Allan Poe es tan tentadora como traidora cuando se refiere a adaptaciones. Sus historias tienen tanto ritmo, tanta fuerza y tanta originalidad que a veces da la impresión de que usarlas es garantía de que las cosas van a salir bien. Craso error: si no se tiene el talento adecuado, ponerse a la sombra del maestro puede tener funestas consecuencias por el inevitable agravio comparativo o, con suerte, quedarse en la mera transcripción que no aporta nada. Otro cantar es cuando otro maestro trabaja con esos originales, que es precisamente el caso que tenemos entre manos.
Los espíritus de los muertos recopila una serie de trabajos de Richard Corben basados en poemas y relatos de Poe que van más allá de la adaptación o el homenaje. El autor toma la esencia de los mismos y los hace revivir en el lenguaje del cómic, que es uno muy distinto del de la narrativa literaria aunque a veces tendamos a olvidarlo. Así, consigue dar una energía nueva a estos grandes clásicos que todo amante de la literatura de terror conoce.
La estética es uno de los elementos cruciales en Los espíritus de los muertos, qué duda cabe. La plasticidad característica de Corben le permite dar cuerpo al imaginario grotesco del escritor, desde los episodios más oníricos y surrealistas, como La ciudad en el mar o La máscara de la muerte roja a los más costumbristas, como Los asesinatos de la calle Morgue, en el que adopta una elegancia muy detectivesca, o El barril de amontillado, donde el propio humor socarrón toma forma.
No obstante, también se refleja este cambio de lenguaje en la propia estructura con la que se presenta la historia o, incluso, en las fusiones entre obras distintas del escritor. Resultan particularmente interesantes, de hecho, los cómics en los que más libertades se ha tomado. La caída de la casa Usher, El gusano conquistador, Berenice o El cuervo, quizás su obra más emblemática, adquieren dimensiones insospechadas que quizás algunos vean criticables por poco canónicas pero que a mí me han parecido soberbias. Desde mi punto de vista, no tiene sentido abordar una adaptación si no se pretende aportar nada.
Por suerte, esta es la tónica general del volumen. En Los espíritus de los muertos no hay una revisitación, sino una resurrección de la obra de Poe. Que no se me malinterprete: Corben no pretende mejorarla porque la dé por muerta, sino robarle nuevas perspectivas a través de otro lenguaje, y el resultado es formidable. Como esa irreverente maestra de ceremonias que no puede evitar entrometerse en la narrativa a las recreaciones más fidedignas de los escenarios y los personajes, el recopilatorio muestra un carácter propio que, sin apartarse de la sombra del escritor, nos hablan de otro autor, y esa es una buena señal.
En definitiva, una conjunción de talentos memorables para una obra original y carismática. Una manera insospechada de volver a disfrutar de las historias de Edgar Allan Poe como si fuera la primera vez por mor de la magia de Richard Corben.
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