The Joker, ¿un psicópata payaso o un payaso psicópata?

Imagen de Luc Hamill

En su vuelta a la gran pantalla, rememoramos al villano que asesinaba entre bromas y risas.

 

Si normalmente el archienemigo de un héroe es el primer enemigo al que se enfrenta (como pasó con Superman o los X-Men), está claro que The Joker es la antítesis de Batman. No olvidemos que, entre otras cosas, fue el culpable de la muerte de Jason Todd, sucesor del primer Robin, y de la parálisis de Batgirl. Añadid la muerte de la mujer del comisario Gordon, por si aún estábamos dudosos. Curiosamente, por esto último Gordon le dispararía en una pierna, logrando que nuestro villano se riese al ver el símil con lo que le hizo a Batgirl. Ejem, sí, loco de remate.

 

El caballero negro es un personaje oscuro y serio. Es un personaje que busca el orden (o que se ha autoimpuesto imponerlo) mientras que The Joker es todo lo contrario: es desenfadado, extrovertido y alocado. Busca el caos y su obsesión es Batman. Sin The Joker no hubiese surgido Batman, pues fue el criminal quién mató a los padres del héroe (aunque ahora nos traten de vender que fue un tal Metallo, no importa). Pero es que a su vez, sin Batman no hubiese surgido The Joker porque nunca le habría hecho caer en un tanque de productos químicos. Y se puede ir más allá. Puede que ambos se den una razón para existir. Esto cuando mejor se ve es en una historia donde Batman desaparece y entonces nuestro villano deja de cometer crímenes, retomando su vida de psicópata para cuando el héroe de Gotham regresa.

 

Para algunos fue Jerry Robinson en solitario, pero para la mayoría fueron, allá por los años 60, Bill Finger y Bob Kane quienes retrataron a The Jocker como un ladrón saleroso (y a veces tonto) enamorado de la parafernalia de circo, que además presumía de avisar en la prensa cuándo y dónde iba a cometer sus fechorías. Su sello era una carta comodín en la escena del crimen. Así lo vimos en el primer número de la serie regular Batman, y cabe decir que por aquel entonces estaba en vigencia el Comic Code que influenciaría tanto en el personaje que lo reduciría a un extravagante cleptómano.

 

Inspirado en el personaje de la película muda El Hombre que Ríe, los creadores nunca nos revelaron su verdadero nombre. The Jocker surgió tan pronto en las aventuras del Caballero Negro que el mismo Kane estuvo a punto de matarlo en su segunda aparición, aunque finalmente decidió que los servicios sanitarios de Gotham le salvarían. Y fue todo un acierto, ya que más tarde ese genio llamado Alan Moore metería la mano y, en compañía de Brian Bolland, allá por los 80, lo convertiría en un anárquico psicópata de lo más sádico que mataba por doquier sin orden ni motivo. La obra es Batman: La broma asesina.

 

¿Pero cómo surge The Jocker? Bueno, una primera explicación queda puesta en el cómic ¿Quién hay detrás de la capucha roja? Allí nos hablaban de un tal Capucha Roja que era un ingeniero decidido a retirarse tras robar un millón de dólares. Huyendo de Batman se lanzó a un tanque de productos químicos, convirtiéndose como ya sabemos en nuestro simpático y alegre criminal. Fue Alan Moore quien le dio algo de chicha a esta historia (pese a que la altera un poco) y ahora se trata de un ingeniero que deja su trabajo con intención de ser comediante. Para mantener a su mujer embarazada decide ayudar a dos ladrones en la planta de productos químicos en que trabajaba a cambio de ganar parte del botín. Pero su esposa muere y esto le hace querer desentenderse del plan. Los ladrones no le dejan y, ya a punto de hacer el robo, le colocan una máscara y le nombran Capucha Roja (parecen indios, ¿no?). Cuando la policía llega, los ladrones caen en el tiroteo pero el ingeniero escapa y, cegado por el pánico, cae en un tanque lleno de potingues con consecuencias irreversibles: su piel se vuelve blanca, sus labios rojos y su pelo verde. Adivinad el resto.

 

No obstante, el cambio más radical que el personaje sufre no es físico, sino que termina completamente loco. A partir de entonces sus planes no tendrán un móvil económico, y tras su sonrisa se esconderá su frustración e infelicidad. Una nueva versión apareció en 1992 cuando el evento Zero Hour retomó la idea de un pasado misterioso sin capuchas rojas. Y llevamos tres génesis, qué manera de marear. El último grito ha sido el crossover entre DC y Dark Horse titulado Joker-Mask, donde nuestro payasito usa la Máscara (aquella que en el cine se colocara Jim Carrey) obteniendo superpoderes para hacer de las suyas. Para los fans, como si nunca hubiera ocurrido.

 

Y en cuanto se pudo el personaje fue llevado a la televisión. En los dibujos animados aparecía en el serial de Hanna-Barbera y en los 90 se le vio en la magnífica y excelente serie del Hombre Murciélago donde le ponía voz mi primo Mark Hamill. De aquellos capítulos se extrapoló al cómic el personaje Harley Quinn, una psiquiatra destinada a redimirlo pero que termina como su “novia” y cómplice. Y encima vestida de arlequín, cómo no. Sólo el amor puede hacer estas cosas. El amor loco, claro, pues tanta es la locura de Joker que en Batman #663 intenta matarla delante del héroe de Gotham. Este número, obra de Grant Morrison y John Van Fleet (y escrito en prosa para resaltar el dramatismo de la historia), explora la psique del villano como pocos lo han hecho, ampliando los matices de la mencionada Batman: La broma asesina.

 

Tampoco podemos olvidarnos de la mítica serie Batman, donde era interpretado por César Romero, que jamás se afeitó el bigote. Qué tío. Otro actor que prestó su rostro y talento para darle vida fue Jack Nicholson en la Batman de 1989, la de Tim Burton, la buena. Si aún no os acordáis, os hablo de aquella obra maestra en la que todo estaba a las mil maravillas salvo el acartonado Batman: el enemigo, la chica, Alfred o hasta el batmóvil le hacían sombra cuando compartían pantalla con él. En esta película (que al igual que la serie de animación de antes, también ha aportado al cómic cosas como el ambiente sombrío de Gotham) vemos a nuestro psicópata como un mafioso resentido que no acaba loco sino más diabólico que antes. En la misma línea lo podemos ver en el largometraje de animación La máscara del Fantasma, mucho mejor que otras cintas del Caballero Negro.

 

Y ahora nos llega la secuela de Batman Begins, titulada El Caballero Oscuro (cuando debería ser El Caballero Negro). En ella The Joker vuelve a aparecer una vez más interpretado por el tristemente desaparecido Heath Ledger, que caracterizado da una imagen de perturbado que a los que se esperaban El Cuervo con el pelo teñido les ha dado grima. Yo, la verdad, como indicaba ese genio del cine llamado John Ford, me fijaré en los ojos. Por encima de cualquier otra cosa se actúa con los ojos. Veremos cómo lo hace Heath, porque resulta que este actor siempre ha sido un poco irregular y lo mismo saca su repertorio de Destino de Caballero que el de Brokeback Mountain. Se abren las apuestas.

 

Antes de finalizar, vamos a responder a la pregunta que aparecía en el título (¿un psicópata payaso o un payaso psicópata?), qué mínimo, ¿no? Bueno, yo me inclino a decir que The Jocker es un psicópata payaso, que a estas alturas está claro que el hábito no hace al monje.

 

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