Megazoria: Sealtainn

Imagen de Destripacuentos

Trasfondo del archipiélago gobernado por el Rey Dragón

Los vikingos que navegan hacia Aislandia la conocen como Hjaltland; los caledonios la llaman Caithness, la tierra de los gatos. Los celtas, Sealtainn, las islas del Rey Dragón, el monarca legendario que se impuso a las serpientes de mar y reina en los confines brumosos al norte de Britania.

 

Aspectos geográficos

Sealtainn está compuesto por más de un centenar de islas, la mayor parte de las cuales no están habitadas. Predominan las colinas bajas y los roquedales, y el clima subártico, aunque atenuado por el mar, no favorece la proliferación de grandes bosques. Las playas son amplias y atraen tanto a mamíferos marinos como colonias de aves. Las nieblas provenientes del mar y las precipitaciones son frecuentes.

Fauna

Lo más característico de Sealtainn es la presencia de grandes depredadores marinos, tanto plesiosaurios como mosasaurios, los llamados dragones de mar, que se ven atraídos por las numerosas presas de morsas y leones de mar. En tierra, hace tiempo que los grandes herbívoros se extinguieron por la caza a la que los sometían colonos y navegantes, y ahora son las cabras y ovejas lanudas semisalvajes introducidas por estos las que campan a sus anchas triscando por los roquedales. Por el contrario, algunos depredadores autóctonos no solo han sobrevivido, sino que han prosperado al no encontrar demasiada competencia y sí buenas presas en los rebaños, como el gulón, una suerte de glotón gigante que puede llegar a pesar 50 kilos y que se ha especializado en emboscarse en las rocas. Las islas acogen también a una rica fauna de cangrejos de buen tamaño y llamativos caparazones erizados de púas.

 

Habitantes

Los habitantes de Sealtainn se consideran descendientes de los escotos, quienes habrían colonizado las islas tras derrotar a los terribles dioses dragón de los mares, y en buena medida son de origen celta occidental, de pieles pálidas. Mezclados con escandinavos y caledonios, sus cabellos cubren todo tipo de tonalidades.

Suelen llevar los cabellos largos y ropas de lana: túnicas cortas, polainas, botas de cuero, gorros de piel. Se adornan con fíbulas, brazaletes y torques.

Lengua: Gaélico

Escritura: Rúnica

Algunos nombres de ejemplo: De hombre, Aodh, Domongarth, Fearghus, Morgunn o Nectan. De mujer, Thyra, Rikissa, Jutta, Margain o Aedah.

Sociedad y gobierno

En la principal de las islas de Sealtainn se alza el Palacio de Piedra, una suerte de ciudadela fortificada mayor que cualquier colina circundante construida en roca gris que sirve de sede real al Rey Dragón. Este ejerce de juez supremo sobre todas las aldeas y habitantes del archipiélago, el cual se halla poco poblado y apenas tiene mayor función dado el aislamiento de su reino. Su fortuna se mide en impresionantes huesos de bestias marinas guardados en criptas y su lujo y boato en el tamaño de sus salones. Sealtainn, aunque hay buena caza, minerales y los rebaños prosperan, no es un lugar muy rico ni próspero. La autoridad real y su estirpe son de una importancia casi mística para sus habitantes.

Por lo demás, la sociedad se muestra más bien dispersa: cada uno pastorea sus cabras y cultiva sus huertos como puede, echándose una mano frente a los gulones y posibles invasores, y comerciando por su cuenta con los pocos vikingos que se aventuran por sus aguas.

 

Religión

Un culto a Morrigan, a quien se liga con la familia real, se mantiene en las islas, pero de un modo más protocolario que espiritual a pesar de los monolitos que se le dedican, cubiertos de inscripciones rúnicas tomadas de inspiración escandinava. Las plegarias a las fuerzas de la naturaleza y a los difuntos se realizan a título individual, aunque de vez en cuando surgen eremitas en las islas más inhóspitas que que atraen a los habitantes con sus supuestas dotes curativas y premonitorias.

 

Actividades económicas y lúdicas

Los rebaños y la marisquería son las principales actividades económicas en Sealtainn. La pesca de altura comporta muchos riesgos, los mismos que dificultan el comercio exterior, lo que no impide que algunos habitantes se dediquen al tráfico de marfil. Hay minerales suficientes para que se haya desarrollado la artesanía y una orfebrería particular basada en el uso de ámbar gris y el hueso. Dada la poca productividad del suelo, los huertos se complementan con colmenas para poder fabricar hidromiel.

En el Palacio de Piedra se celebran festividades ligadas a los ciclos solares de invierno y verano, pero la mayor parte del ocio gira en torno a los hogares familiares en forma de canciones y narraciones épicas.

 

En la guerra

El rey mantiene una guardia permanente de soldados profesionales tipo gallowglass, armados con grandes espadones y protegidos con cotas de malla. No obstante, entre la población general apenas hay guerreros y, cuando hay incursiones y conflictos, se defienden con armas propias de la caza y la pesca, sobre todo arpones y grandes y pesados cuchillos. Los mastines con los que protegen sus rebaños de los gulones, perros con aspecto de lobos, pueden participar en las reyertas.

 

En el mar

A pesar de estar rodeados de mar, por la falta de madera de calidad y la presencia de grandes bestias marinas, en Sealtainn no se ha desarrollado una flota de importancia: los barcos mayores que arriban al único embarcadero propiamente dicho pertenecen a aventureros extranjeros y en las islas solo se fabrican botes pensados para el cabotaje, aunque a veces tengan un mástil con una única vela cuadrada.

 

Posibilidades de aventura

Sealtainn es un territorio sugerente por su aislamiento y su particular configuración social en torno a la familia real. Acceder a las islas es en sí una aventura a causa de la presencia de plesiosaurios y mososaurios, y la falta de instalaciones propiamente dichas. Los nativos, sin embargo, no suelen mostrarse hostiles, a menos que haya tenido lugar algún suceso que los tenga en pie de guerra.

Dentro de la propia isla, las aventuras de caza y pesca, con los gulones y las morsas, pueden dar lugar a episodios interesantes.

Por otro lado, el archipiélago ha sido habitado desde tiempos remotos, como prueban las numerosas torres y ruinas esparcidas por las islas. Corren leyendas de los otros, que ocupaban esos enclaves hasta la llegada del Rey Dragón y su estirpe. Es posible, dicen algunos, que todavía moren en los túneles subterráneos que incluso comunicarían algunas de las islas por debajo del mar. Los cantos de sirena de sus supuestos tesoros ocultos han atraído a aventureros de los que no se ha vuelto a saber nada.

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