The Black Beetle: Sin salida
Reseñamos el banquete pulp creado por Francesco Francavilla
Una de las principales virtudes de la Marvel actual es su gusto por los dibujantes sobresalientes. Si hace unos años se esforzaba por promocionar auténticas mediocridades como Khoi Pham, en la actualidad ha reunido una cantera sobresaliente que trabaja menos alejada de los focos en cabeceras que son un verdadero think tank gráfico (Daredevil, Ojo de Halcón…): hablamos, entre otros, de Aja, Pulido, Samnee, Rodríguez, Martín (aunque ya haya abandonado el barco) o Francavilla.
Es fácil encontrar en ellos los rastros de autores clásicos del cómic que aún hoy siguen resultando innovadores, de Krigstein a Steranko. Algunos de ellos incorporan también elementos de vanguardia contemporánea, como hace Aja con Ware, mientras que otros, como Francavilla, mantienen un estilo elegante, ágil y clásico, que nada tiene que ver con las propuestas rancias o inmovilistas tan de moda hace unos años. El italiano reside en un terreno desde el que se puede divisar con facilidad a Alex Toth, Jordi Bernet y Joe Kubert y tiene un don para sacar la mayor expresividad a los colores que utiliza.
Donde mejor puede admirarse el trabajo de Francavilla es en The Black Beetle, que ahora edita en nuestro país Planeta DeAgostini. Como tantos otros autores, Francavilla ha lanzado una colección propia lejos de Marvel y DC. Mientras la gran mayoría se ha decantado por Image, Francavilla ha optado por llevar a Dark Horse su conglomerado pulp, nacido como un entretenimiento en formato webcomic (algo evidente en sus primeras páginas) y desarrollado posteriormente como un comic-book en el que todo tiene cabida: nazis, superhéroes, mafiosos, mitos egipcios…
En The Black Beetle, la estética es el mensaje. Francavilla se conoce al dedillo los resortes del género y en este primer tomo los usa con una sencillez y una sinceridad que se agradecen: lejos de reflexiones pedantes sobre el material del que parte, la trama es ligera (nunca forzada) y permite que el Francavilla ilustrador asombre página tras página con una narración inquieta, siempre en busca de una solución diferente. Ha fabricado un juguete nuevo y quiere sacarle todo el provecho posible: su diversión, su asombro y sus hallazgos son los nuestros.
La edición presentada por Planeta DeAgostini ahonda en esta idea de The Black Beetle como artefacto lúdico. Además de la primera saga que da nombre al tomo, se incluye el número 0 con el que se presentó al personaje dentro de la colección Dark Horse Presents y un surtido abrumador de bocetos, ilustraciones y portadas sobre el personaje comentadas por el propio Francavilla. Y al prólogo procedente del original de Darwyn Cooke (quién si no, dado el material que presenta) se ha añadido un texto del siempre interesante José Torralba sobre la creación de este título.
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