Ritual de muerte
Reseñamos la novela de Warren Ellis publicada por Alianza
Lo hemos dicho unas cuantas veces por aquí: hay que leer a Warren Ellis. Actúa en un terreno incierto y muy amplio entre la imaginación esquizoide de Grant Morrison y la macarrada de Garth Ennis, desde donde lo mismo dinamita el género superheroico para su posterior reinvención (The Authority, Planetary, Black Summer, Supergod), hace gala de una diarrea de ingenio envidiable (Global Frequency o la absurda cantidad de series que comenzó en Avatar), practica la sátira anfetamínica (Transmetropolitan) o crea el cómic más divertido de la historia (Nextwave), entre otras muchas cosas. Desde hace ya años, Ellis ha compaginado su trabajo como guionista de cómic con la escritura de varias novelas. La primera de ellas, Crooked Litlle Vein (Norma la tradujo como Camino Tortuoso), narraba la búsqueda de una Segunda Constitución de los Estados Unidos que Richard Nixon había perdido en un burdel, aunque todos los que la leímos la recordamos sobre todo por el modo en que narraba cierta parafilia consistente en inyectarse agua salina en los testículos. Ese es Warren Ellis: el del hiperrealismo mareante, el humor enfermizo, la ciencia ficción más tronada, el lenguaje afiladísimo y la hipérbole fuera de sí.
Ritual de muerte (Gun machine), publicada aquí por Alianza, es su tercera novela y se adscribe, como Camino Tortuoso, Desolation Jones o Fell a otro de los géneros predilectos de Ellis, el policiaco. John Tallow, inspector de policía de Nueva York, descubre un piso franco en el que un asesino en serie ha coleccionado un sinnúmero de armas de fuego de lo más variopintas, correspondientes todas ellas a crímenes sin resolver de las últimas décadas y distribuidas por la vivienda de un modo ritual. A partir de este hallazgo, la novela se desarrolla alternando los puntos de vista de Tallow y el asesino hasta la obligada confrontación. El interés de Ellis radica en la forma en que está escrita, convirtiendo a Nueva York en un grand guignol tan patético como amenazante (un ejemplo representativo: “Tallow tenía los atenuados ecos de sus músculos debajo del michelín. Tenía calva la coronilla y la cabeza parecía demasiado pequeña para contener un cerebro humano. La polla le colgaba encima de la bola de los huevos como un clítoris gris. Tenía el nombre Regina tatuado de mala manera en el pecho, estirado por sus tetas peludas”), pero también en lo bien que mezcla conceptos antitéticos, como la alta tecnología orientada al mundo bursátil con las tradiciones ancestrales indias. Ritual de muerte es un viaje a toda velocidad por un mundo repugnante y encantador. Ellis está en su salsa y, por eso, como es costumbre en él, no se recrea cuando llega el final: carpetazo ruidoso y a otra cosa.
Más satisfactoria que Camino tortuoso, pero, en definitiva, igual de intrascendente, Ritual de muerte es una novela negra que aún así queda por encima de la media en un género sobresaturado de medianías, un best seller mordaz para lectores libres. Inventemos la pólvora: Ellis logra destacar porque tiene un estilo depuradísimo e intransferible, una inventiva para los diálogos única y una imaginación inagotable. E insistamos: tienes que leer a Ellis. Tu vida será mucho más divertida.
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