La Guerra de las Galias
Reseña de la obra de Julio César en la que narra su campaña contra galos y germanos
La Guerra de las Galias es una obra curiosa y de gran interés para los amantes de la Antigüedad y del Imperio Romano. Es también una obra que hay que saber entender en su contexto antes de abordarla, para no llevarnos sorpresas. Julio César la redacta tras terminar la campaña —o, al menos, la mayor parte de esta— que le permitió dejar a la Galia bajo dominio romano. Hasta la fecha, los galos —término con el que los romanos englobaban a los celtas habitantes de lo que actualmente es, groso modo, Francia y Bélgica— habían interactuado con el imperio como un estado libre y no unificado, a través de sus propios reyes y asambleas, mediante tratados y, en ocasiones, guerras.
Los hechos narrados en La Guerra de las Galias van desde el conflicto con los helvecios hasta la derrota de la coalición de los líderes galos en Alesia pasando por las batallas contra los germanos y la incursión romana en las islas britanas, la actual Inglaterra. Hay un octavo libro, escrito por Aulo Hircio, que completa la obra con la pacificación de los belgas. Eminentemente, se trata de una crónica de la campaña en la que se citan los distintos pueblos que tomaron parte en la misma, el resultado de las batallas, los oficiales al mando y otros muchos detalles de logística, geografía, etc. No es un texto épico, sino informativo a través del cual Julio César daba explicaciones a Roma y el Senado sobre sus actos.
Por este mismo carácter, el texto incluye una serie de digresiones que tienen su explicación política y sociológica, y también detalles curiosos, como que Julio César hable de sí mismo en tercera persona —hay que pensar, que La Guerra de las Galias estaba pensado para ser leído a un auditorio—. Estas digresiones son, a día de hoy, las que más interés pueden despertar en el lector no erudito. Unas, por el modo pintoresco en el que presenta a los “bárbaros”, germanos y celtas, con algunas anécdotas que son de lo más inverosímil, como la de los sacrificios humanos realizados quemando gente en el interior de armazones de madera. Otras, por el carácter heroico de las narraciones: aunque Julio César se muestra por lo general frío y pragmático, hay un par de pasajes bélicos, en los que ensalza el valor de algunos conocidos, que son trepidantes. Algunas más, por la información técnica que aportan: cómo levantaban puentes en campaña, cómo funcionaban los asedios, etc. Son, en cualquier caso, incisos breves dentro del corpus general.
En la edición que leí, venían además anotaciones de Napoleón. Estas eran comentarios francamente cortos, en muchos casos técnicos y casi siempre comparativos con las posibilidades bélicas del siglo XIX, pero que también dejaban entrever el carácter del personaje y su visión del mismo César, lo que le da un valor adicional.
En definitiva, La Guerra de las Galias, para un lector que no esté trabajando sobre la materia, es un libro denso y algo farragoso en buena parte de su extensión por limitarse, en gran medida, a enumerar hechos, pueblos, personas y situaciones. La prosa, muy distinta de la que acostumbramos a día de hoy, tampoco facilita la inmersión en la lectura. Pero, al mismo tiempo, tiene un sabor particular y unos cuantos momentos que justificarán el tiempo invertido al interesado.
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