Conversiones para una momia de Brutal Ball

Algunos despojos, un poco de masilla... y lista para jugar.

En realidad, no es que me hagan falta nuevas miniaturas para mi equipo de tumularios de Brutal Ball / Blood Bowl, pero me apetecía hacer algunas conversiones y foguearme en algo sencillo con la masilla. Así, mi primera gran víctima ha sido una momia que, juraría, es del Advance HeroQuest —tengo varias iguales, así que era un buen cobaya—.

Como podéis ver en la imagen, la pose de por sí es bastante adecuada —parece intentar atrapar algo o a alguien con la torpeza típica de una momia—, del mismo modo que el tamaño, la peana, etcétera. Así, pude meterme en harina bastante rápido y sin muchos preámbulos.

El primer paso fue preparar la masilla epoxi mezclando los dos colores hasta tener una mezcla homogénea verde. Hay que amasarla bien y utilizar agua para que no se vaya pegando indiscriminadamente a todo y no se seque. Aun así, hacer una salchichilla como la de la imagen no es complicado. Mi intención era, a base de piezas así, aplanarlas y hacer cinturones y cinchas con las que sujetar las protecciones del jugador.

Para la hombrera —una pieza indispensable en cualquier jugador de deportes brutales— me valió una hombrera de marine espacial sin decoraciones: el tamaño era perfecto. Lo único que hizo falta fue acoplarla en sentido contrario, para que no quedara tan mazacote y se adaptara bien a la miniatura.

La primera tira de masilla sirvió para la base del cinturón, y una segunda del mismo grosor para comunicar este con la hombrera, de modo que simulara sujetarla. La masilla se pega bien a todo lo que está seco, así que el truco está en que la espátula —o cuchilla, o palillo, lo que utilicéis para no meter los dedazos— esté mojada y la miniatura no. Así, se puede presionar e incluso hacer algunas incisiones sencillas sin romperse mucho los cascos.

El siguiente paso fue añadir una rodillera, que también es un despojo, en esta ocasión proveniente de los tumularios de Mantic Games, que tienen detalles muy chulos. En concreto, creo que la pieza era un peto o una hombrera de un rico caballero de ultratumba, y el motivo recuerda a un cáliz. Con algunos retoques a base de cuchilla, encajó bien en la rodilla.

A continuación, nuevas tiras de masilla sirvieron para dar cuerpo a las correas, para simular que se mantenían sujetas al jugador las protecciones por métodos no sobrenaturales. Finalmente, le creé una faldilla a base de tiras recortadas en punta en el extremo —estilo pseudoromano— para que no quedase tan desnuda y tener algún lugar para poner los colores del equipo. Este tipo de decoración es muy agradecida, porque se le puede dar efecto “ondeado”, como si hubiera movimiento, con solo manipular la masilla. Un pequeño broche en el cinturón y algún detalle a pulir, y el resultado, aunque no lo parezca tanto en la foto por el zoom, es bastante aceptable, sobre todo porque combina bien con el dinamismo —algo tieso— de la pose.

Para que el cinturón quedara un poco más lucido —las incisiones de prueba que hice para marcar cierres y tal no me convencían— al final lo decoré con discos, como algunas ilustraciones de Conan. Estos no se pueden hacer de un modo razonable con una salchicha cortada de masilla porque esta es muy viscosa y se deforman malamente, así que o se usa un cilindro de plástico —el asta de una lanza, por ejemplo—, o se hacen bolas de masilla y se aplastan.

Como toque final, una punta de lanza descartada de un escuadrón de esqueletos sirvió para la indispensable púa que corona la hombrera. La uní con masilla para evitar esos huecos tan cantosos que quedan si se pegan sin más con pegamento.

Y eso es todo: una conversión sencilla y rápida, sin mucha dificultad, que me ha servido para foguearme y cuyo resultado me tiene lo bastante contento como para sacar del banquillo a la momia en alguna ocasión —que necesite una momia lanzador o algo así, claro—. Sin ser una maravilla, creo que da de sí para animarse con más aventuras. Ya veremos qué tal queda pintada.

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