¿Te ayudo con mi dedo?
Reseña del segundo volumen de “El pequeño Spirou” publicado por Kraken Ediciones
La presencia de niños, o de peripecias infantiles, en el cómic es algo habitual. Tanto nacionales como internacionales, conocemos a múltiples personajes que han tenido más o menos éxito dentro de ese esquema de revivir las primeras experiencias desde el punto de vista del niño ahora que tenemos la perspectiva “adulta” (y lo pongo entre comillas porque uno siempre duda de hasta qué punto han madurado los creadores de estas series). A pesar del número de estas propuestas, creo que no es muy descabellado decir que “El pequeño Spirou” se planta a la cabeza del grupo sin ningún problema.
El éxito de este cómic es tal que incluso en Francia ha rebasado a la serie que propició su nacimiento, “Las aventuras de Spirou y Fantasio”. Aquí en España, de hecho, no es raro que la gente conozca más al pequeño Spirou, o que directamente conozca sólo al pequeño Spirou. Los motivos de este triunfo son numerosos.
Las historietas de este simpático personaje son sencillas y de un humor amable. Tocan sin tapujos todos los temas pero manteniéndose siempre frescas. Todas las cosas que nos intrigaban de pequeños –las chicas, las travesuras, ¡incluso el tabaco!, bestia negra de nuestros días- sufren un agudo repaso dentro de la serie. El ingenio de Tome en los guiones y la habilidad gráfica de Janry, que crea unos personajes que parecen vivos, cautivan al lector.
Las composiciones de las páginas (que suelen contener una historia completa, aunque en ocasiones se combinen en “especiales”, como Mi noche en casa de Zoe!, la cual abre este volumen) son sencilla y efectivas. Sin complicarse la vida con composiciones extrañas te llevan hasta la última viñeta, que es la que pone la guinda a la sonrisa que ya se ha creado con las precedentes.
¿Por qué funcionan tan bien? Porque además de estar bien dispuestas, cada viñeta por separado capta la atención del lector, de modo que sigue la continuidad de la historieta hasta el final, hasta el toque definitivo. La elegancia del trazo, la expresividad de los personajes y la inteligencia de los diálogos, todos éstos elementos que nunca están por estar, sino que tienen su propio peso, son los que dan la fuerza que tiene a este personaje.
Un tema curioso es el de la ambientación: francesa al 100%, la vida del pequeño Spirou nos retrata muy ingeniosamente al país vecino. Sin embargo, como pasa, por ejemplo, con Astérix, su equipo creador no se cierra en el localismo, y saben trascender con su humor a esa parcela que compartimos todos los seres humanos. El punto surrealista, siempre presente en la obra, hace el resto: un niño vestido de botones, un cura de pueblo de principio de siglo con botas tachonadas, o incluso una aparición estelar de un viejo druida galo tienen cabida en sus páginas. Y con esa gracia que hace que todo valga y que, además, resulté divertido y cercano (porque, qué duda cabe, gran parte de la gracia del pequeño Spirou es sentirse reflejado, aunque sea de refilón, en lo que ahí se cuenta).
Así, resumiendo, tenemos un guión gracioso de verdad, un escenario coherente y que funciona muy bien, un dibujo que muestra que la calidad gráfica no está reñida con el humor y que el dibujo no es un simple vehículo, sino un elemento cómico más, y, finalmente, un buen trabajo de edición. Sí, con tapa dura y un buen color se disfrutan también los cómics ligeros.
Sinopsis
Con un humor que oscila entre la ingenuidad y la picardía, el pequeño Spirou y sus inseparables amigos Teleles, Blancaflor y Bola de Sebo harán tambalearse los cimientos del mundo adulto en este segundo tomo de la serie.
Autores
Tome, bautizado Philippe Vandevelde, es un guionista nacido en Bruselas (Bélgica) en 1957. Fue el responsable de la recuperación de la revista “Spirou y Fantasio” (desde 1982 hasta 1998) junto a Janry, con quien crearía también “El pequeño Spirou” (Dupuis, 1987), obra que se ha convertido en un bestseller en los últimos años. Es el creador, asimismo, de SODA para Bruno Gazzotti, y de las series “Le Gang Mazda” y “Les Minokinis”, con Christian Darasse. A éstas se suman “Sur la Route de Selma” y la trilogía negra “Berceuse Assassine”. Recientemente, ha lanzado la colección “Cosmo” con Dargaud, que pretende el intercambio entre las tres grandes vertientes del cómic (francobelga, manga y cómic), con dos series: “Feux” y “Rages”.
Janry. Dibujante nacido en 1957 en el antiguo Congo Belga. Su nombre auténtico es Jean-Richard Geurts. Al principio de los años 80 emprendió junto a Tome “Las aventuras de Spirou y Fantasio”, completando junto a él un total de trece álbumes. En paralelo a esta serie creó “El pequeño Spirou”. Asimismo, ha escrito los guiones de la serie “Passe-moi l’ciel”, dibujada por Stuf, quien ya había trabajado como colorista con él.
- Inicie sesión para enviar comentarios