La Caza de Hackers
Bruce Sterling: Ley y desorden en la frontera electrónica
Los defectos y las virtudes humanas del mundo real no son los mismos que los del mundo virtual. Es lo mismo que cuando vas en coche. Rara vez, caminando por la calle, donde estamos desprovistos de la protección del cristal, el acero y la velocidad de un vehículo, se encuentra uno los alardes, insultos, fantochadas y falta de educación que lamentablemente ve uno en la autopista (aun siendo un gran conductor). En el mundo online hay también una barrera, y una diferencia.
¿Qué precio ha de pagarse para protegernos contra el terror y el caos? ¿Qué libertades deben perderse? ¿Libertad de expresión? ¿Acceso a la información o protección? Estos temas, tan en boga actualmente, llevan mucho tiempo siendo considerados; los defensores de ambos bandos (libertad ante todo vs. seguridad a cualquier precio, con todas sus tonalidades de grises) llevan luchando en las redes de la información desde tiempo inmemorial.
¿Sabíais que AT&T inventó UNIX, y que no lo comercializaba como software? ¿Y que este -propietario- antecesor de Linux, System V, tuvo conflictos con la versión más libre y universitaria de Berkeley?
Steve Jackson Games son los autores de Illuminati y Car Wars o el más reciente Munchkin (que, sin duda, sonarán a más de un poblador de OZ). Pero, sobre todo, son los autores del GURPS (Generic Universal Role Playing System - Sistema universal genérico de juego de rol) Cyberpunk. Y, por tanto, los involuntarios responsables de un hilarante incidente con el Servicio Secreto americano, los cuales requisaron su sistema informático convencidos de que las reglas de este juego eran en realidad un manual de instrucciones para el ciber-crimen. Bien, a principios de los noventa no todo el mundo estaba familiarizado con el concepto de los juegos de rol.
Todos estos interesantes temas, que me he permitido tocar de una forma un tanto deslavazada, y muchos otros, se tratan, de manera brillante, profunda, detallada pero entretenida, y desde una perspectiva histórica (y en parte pre-histórica, ya que arranca en 1865 con la fundación del Servicio Secreto de EEUU y termina a principios de los noventa), en este indispensable -para cualquier hacker que se precie o amante de la red en general- ensayo de Bruce Sterling publicado por el grupo Ajec (colección Tycho Ensayo).
¿Por qué nos gustan los hackers? ¿Se ha democratizado ya tanto la red que el término carece de sentido? Hay mucha desmitificación en este libro, pero también muchas respuestas a estas preguntas, y algunos visos del futuro que ya son presente... La Caza de Hackers podría haber sido contada en un documental audiovisual. Pero este formato permite saborearla más y tener acceso a muchos detalles. Estos son presentados de una forma muy amena, de modo que, aun tratándose de una materia densa, el libro no se hace nada pesado. Es más, aunque siempre neutral y objetivo, es emocionante en algunos momentos. No en vano es Bruce Sterling un consagrado autor de ciencia ficción.
Se describen eventos en los que se pone de manifiesto la diferencia de entendemiento de los poderes tradicionales o generaciones anteriores, con la realidad informática (o los juegos de rol, como se ha mencionado ya antes). ¿Quién no recuerda esos espectaculares fallos de algunas películas de Hollywood acerca de lo que es capaz de hacer un ordenador? ¿O esa satanización de los jugadores de rol?
Y mucha historia. Es genial el poder comparar el funcionamiento y los temas de las tempranas BBS (Bulletin Board Systems) con los foros de Internet actuales. En cierto modo, se percibe un "respeto a la información" que, tengo la impresión, se ha venido sustituyendo por la "sobredosis de información". También, el cambio entre la artesanía y diversidad, a la (paradójicamente) agrupación en grandes sistemas estándar de la actualidad (Google, Facebook, Wikipedia).
No puedo más que recomendar el adentrarse, de la mano de este libro, en un mundo en el que acceder y dominar las redes era cosa de magos y ninjas, los sistemas informáticos eran monumentos misteriosos llenos de tesoros, y las todopoderosas corporaciones no eran ni Google, ni Microsoft y ni siquiera IBM.
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