Viejos Nuevos Mutantes
Panini recoge en un tomo la mítica etapa de Chris Claremont y Bill Sienkiewicz
Además de las hombreras, las lentejuelas y los calentadores absurdos estilo fama, los años ochenta también nos trajeron algunas cosas buenas, como los Mötley Crüe, la trilogía de Regreso al Futuro y la primera gran expansión de la franquicia mutante de Marvel.
Chris Claremont, que ya había rescatado, renovado y relanzado a una Patrulla-X que parecía condenada al ostracismo, se unió al dibujante Bob Mcleod y a su inseparable editora, Louise Simonson, para parir un nuevo título: Los Nuevos Mutantes.
La nueva serie y sus personajes seguían el estilo de la nueva Patrulla-X, con argumentos más dramáticos, personalidades más profundas y poderes más extraños, pero recuperaba el espíritu de la vieja en un sentido importantísimo pero que parecía algo olvidado últimamente: la enseñanza.
La escuela Xavier para jóvenes talentos parecía haber perdido bastante interés en su misión original, esto es, encontrar jóvenes mutantes y enseñarles a usar sus poderes de un modo seguro para ellos mismos y para el mundo. La Patrulla-X era ahora un equipo de operaciones especiales formado, en su mayoría, por adultos que tenían poco que aprender ya sobre sus poderes y a los que (intentadlo con Lobezno si no me creéis) nadie iba a sentar en un pupitre a escuchar al profesor.
Así pues, hacía falta una nueva clase, con miembros completamente nuevos y, sobre todo, jóvenes, a los que todavía quedara mucho por aprender, mucho que entrenar. Así nacieron los Nuevos Mutantes.
La serie arrancó con este enfoque infantil-juvenil y cinco miembros: Sam Guthrie, Danielle Moonstar, Xi’an Coy Mahn, Roberto Da Costa y Rahne Sinclair, todos ataviados con los uniformes de estudiante de la Patrulla-X original, aunque sin máscaras. A lo largo de sus primeros 17 números la serie iría evolucionando en argumentos y personajes, dando la bienvenida a Amara Aquila e Illiana Rasputin, la hermana de Coloso y hechicera gobernante de la dimensión paralela conocida como el Limbo.
Pero no fue hasta el 18 que la serie dio su mayor salto hacia la madurez, reflejado y seguramente influenciado por la llegada de un dibujante de estilo personalísimo y más oscuro: Bill Sienkiewicz. La llegada de éste marca la mayoría de edad de la serie y comienza la etapa en que ésta se convertiría en uno de los mejores frutos que haya dado la línea mutante de Marvel, antes de que llegara el amigo ROB! a fastidiarlo todo, claro.
El tomo publicado por Panini en la línea Marvel Gold, Los Nuevos Mutantes: hijos de las sombras, recoge la primera parte de la colaboración entre Clarmenot y Sienkiewicz y contiene algunas de las sagas más míticas de estos viejos Nuevos Mutantes, como la del Oso Místico que atormenta a Danielle Moonstar o la llegada a la Tierra de Warlock, que sirve de introducción para la gran batalla contra su padre, Magus, que esperamos ver en el próximo tomo.
Un título, sin duda, muy recomendable para los lectores más nuevos que crean que lo de dar clases a jóvenes mutantes empezó con Generación-X (¡o peor, con new X-Men!), y para los veteranos que se quedaran con el gusanillo de leerla o con las ganas de hacerse con la colección en la edición original.
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