El hermano de las moscas
Reseña de la novela de Jon Bilbao publicada por Salto de página en su colección Púrpura.
Establecer paralelismos entre esta novela y el famoso relato de Kafka La metamorfosis es inevitable. Comparten elementos comunes, principalmente el planteamiento realista truncado por la presencia de un elemento fantástico, el cual, además, tiene naturaleza de insecto. Este particular no es gratuito: los insectos son seres vivos, móviles y, por regla general, al menos, inquietantes. Poca gente tiene mascotas de este orden, mucha menos aun, moscas.
Este es uno de los pilares de la novela: la presencia inexplicable de un enjambre de moscas en el hogar de una ordenada familia acomodada es un punto de tensión argumental inigualable cuando dicho fenómeno está ligado al hermano "hijo pródigo" que vuelve a buscar refugio en su seno. La clave de la historia reside, de hecho, en esta dualidad: el elemento perturbador tan utilizado en las historias de terror y de fantasía aquí está ligado de un modo inextricable a los protagonistas. No es un accidente externo al cual oponerse formando dos bandos, buenos y malos, sino una característica que se ha filtrado entre ellos, algo que no se puede "extirpar" sin oscuros sacrificios.
En cierto modo, este planteamiento hace que El hermano de las moscas sea una novela eminentemente realista, casi de retrato social. La perturbación del sistema, que diríamos los ingenieros, se limita a ser una anomalía, no la regla general. El foco en la narración sigue siendo el mundo, un mundo cotidiano y mundano que Bilbao plasma con mucho acierto. La fuerza de sus personajes, tan asequibles y creíbles como el vecino de al lado, es la que hace que el lector se enganche, la trama avance y la tensión crezca.
La coherencia del escenario es otro de los puntales del libro. El entorno laboral, social y sentimental de los personajes es respetado en todo momento: el autor no deja que la premisa fantástica interfiera en los mecanismos del mundo contemporáneo. Esto hace que la situación sea todavía más dura, pues la implacable rutina del día a día no hace concesiones a los protagonistas. En El hermano de las moscas estos no obtienen ninguna tregua para afrontar sus problemas, ningún pase especial para actuar como héroes a pesar de enfrentarse a retos hercúleos.
Cabe señalar que, como señalábamos en Fin, de David Monteagudo, aquí tampoco vamos a encontrar explicaciones sobre el fenómeno que articula la historia. A parte de resultar innecesarias, atentarían en gran medida contra la propia premisa de la novela.
Con estos elementos, El hermano de las moscas resulta una novela especialmente indicada para los que disfruten con el desarrollo de personajes y el suspense. La ágil prosa del autor, el singular planteamiento de la historia y el buen pulso narrativo con el que se desarrolla la trama hacen el resto. Un libro de lo más entretenido y recomendable.
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