La llamada de la sangre

Imagen de HPLovecraft

Reseña de la novela de Poppy Z. Brite publicada por La Factoría de Ideas

Poppy Z. Brite siguió el camino que abrió con El alma del vampiro, donde se reveló como una nueva e importante voz en la ficción de horror, con su hipnótica prosa y un acercamiento nuevo y vibrante, y fue elogiada por grandes autores.

 

SINOPSIS

Robert McGee es un hombre que vive bajo una oscura nube. Es el célebre dibujante del tebeo underground Birdland, y se ha mudado con su familia de Texas a Nueva Orleans, y por fin a Missing Mile, en Carolina del Norte. Pero es incapaz de escapar al alcoholismo y a la violencia que se han convertido para él en una segunda naturaleza. Poco después de asentarse en una granja decrépita, Robert mata a su mujer y a su hijo menor antes de suicidarse. Sólo queda vivo Trevor, su hijo de cinco años.

 

LA AUTORA

Poppy Z. Brite es el nom de plume de la escritora estadounidense Melissa Ann Brite, nacida en 1967 en Nueva Orleans, Luisiana. Comenzó a escribir muy joven y, desde su primera publicación, a los dieciocho años, ya se convirtió en una estrella del género de terror, siendo nominada varias veces a los prestigiosos Stoker y World Fantasy Award. Sus primeras obras, de terror gótico principalmente, muestran personajes masculinos homosexuales o de sexualidad ambigua, así como situaciones eróticas y macabras. Entre sus novelas más conocidas destacan El alma del vampiro, la presente La llamada de la sangre y El arte más íntimo. Esta última novela (número 54 de la presente colección Eclipse) fue causante de una gran controversia por su contenido extremo. Ni que decir tiene que encontró editoriales dispuestas a publicarla teniendo en cuenta sus éxitos precedentes.

Al igual que otros escritores, ha creado un universo propio donde los personajes de una de sus novelas pueden aparecer en otras sin por ello hablar de sagas. Sus novelas a partir de finales de los 90 han sido comedias oscuras ambientadas en restaurantes de su ciudad, Nueva Orleans, tales como Liquor (2004), Prime (2005) y Soul Kitchen (2006) En 2007 publicó Antediluvian Tales, una colección de relatos breves. En aquel entonces dijo: si no es mi último libro, por lo menos será el último durante algún tiempo. Y, de hecho, si exceptuamos pequeñas colaboraciones editoriales para periódicos de Nueva Orleans, por el momento ha cumplido su palabra para tragedia de sus lectores más acérrimos. Por el momento, sólo los derechos de El arte más íntimo han sido adquiridos para adaptarlos a la gran pantalla. No obstante, Brite no parece muy interesada en el cine.

Integrando la fabulosa antología Cthulhu 2000, número 8 de la colección Solaris Terror, figura el relato Su boca sabrá a ajenjo (His Mouth Will Taste of Wormwood, 1990) donde aparecen buena parte de las filias y obsesiones de esta brillante escritora.

 

COMENTARIO

A lo largo de las primeras páginas de la novela conocemos muy por encima a Robert McGee, un conocido dibujante de cómic underground cuya máxima obra es Birdland. Se trata de un hombre de treinta y cinco años que lleva largo tiempo sumido en una terrible crisis existencial, emocional y profesional. Su inspiración parece haberse esfumado y en un autor como él, que vive de su creatividad, supone una fuente de ansiedad. Pero aún más: es un hombre tocado por la oscuridad. Una aciaga noche su cordura parece esfumarse por completo y asesina a su mujer y a su hijo menor a golpes de martillo dejando los cuerpos destrozados, hechos un puro amasijo de carne abierta, huesos rotos, y sangre derramada, para después suicidarse ahorcándose. Trevor McGee, que cuenta con cinco años durante esos hechos, es el único superviviente de la terrible masacre; el vástago primogénito del asesino y protagonista de la novela.

Casi veinte años después de la tragedia familiar, Trevor ha crecido como un ser bastante carente de emociones, incapaz de amar o de llegar a tener sentimientos profundos por los demás. Existe, sin embargo, un pensamiento que ronda su mente constantemente desde los cinco años. ¿Cuál es la razón por la que su padre asesinó a su madre, a su hermano pequeño e incluso a sí mismo, mediante el suicidio, y sin embargo le permitió a él seguir con vida? Esa inquietante pregunta, unida al instinto de culpabilidad propio del superviviente, le ha llevado a tener pensamientos de una profunda negatividad e incluso ha provocado que se autolesione con cierta frecuencia mediante cortes en los brazos. No con la profundidad o la fuerza suficiente como para matarse, pero sí de forma válida como un ensayo de su suicidio en un masoquista deseo de autodestrucción que rige buena parte de su vida.

Trevor se ha convertido en dibujante, al igual que lo fue su padre antes que él, y decide regresar a la ciudad de Missing Mile (localidad que también aparece en El alma del vampiro), mientras atraviesa una etapa de poca creatividad que, por otro lado, es algo muy común entre los artistas. Allí conoce a Zachary Bosch, un hábil pirata informático que está huyendo del FBI y ha decidido poner tierra de por medio entre los federales y su persona escondiéndose en el mismo lugar. Los caminos de ambos jóvenes se cruzan y llegan a conocerse, surgiendo al poco tiempo entre ambos una irresistible atracción sexual que será la tónica dominante durante buena parte de la novela. En ella hay gran número de personajes secundarios y subtramas que apartan ligeramente la atención de la historia principal o, según se mire, enriquecen la historia dando ocasión para descansar de la historia de amor de Trevor y Zach.

El libro parece dividirse en dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas narra el comienzo del periplo de Trevor y llega hasta el momento en el que conoce a Zach. La segunda abarca desde ese instante hasta el final de la novela, que es más o menos el tiempo que permanecen en la casa encantada. Porque, en esta novela, existe una casa que no sólo está llena de malos recuerdos… Como ya hiciera en El alma del vampiro, los personajes de la novela han sido cuidadosamente descritos, con el mismo cuidado y cariño con el que trata los escenarios donde se desarrolla la acción. Por supuesto lo anteriormente dicho no quita que El alma del vampiro sea una de las primeras novelas de Poppy Z. Brite y, pese a su buen hacer como narradora, el lector pueda encontrarse algunos elementos que parecen introducidos de una manera un tanto forzada y sujetos a la historia principal con pinzas.

Descriptivo como acostumbran a ser los libros de Brite, La llamada de la sangre no es ninguna excepción a la norma. Combina a partes iguales los crímenes, la pasión, el sexo, personajes de tendencias homosexuales y una faceta oscura de la realidad surgida de un mundo en tinieblas. Tan cercana como siempre a Anne Rice, Brite realiza un ejercicio de una mayor dosis de realismo sucio (debo recordar, como suelo hacer, que no me refiero al movimiento literario estadounidense surgido a finales de los años 70, sino una forma de entender la realidad más cercana a la vertiente punk dentro de ese estilo gótico-punk que parece dominar a la perfección). Las escenas de sexo, tan abundantes en las obras de esta autora, en ocasiones no parecen servir a la trama de la novela, y caen en una repetición de escenas homoeróticas que buscan escandalizar al lector o, cuando menos, llamar su atención. Desde luego, lo logra.

No sería justo, sin embargo, no mencionar la vertiente emocional que más allá de la sexualidad subyace en La llamada de la sangre. Tanto Trevor como Zach son dos parias, inadaptados e incomprendidos de una forma u otra que han tenido que pasar por un infierno. La soledad, los abusos de todo tipo, los secretos familiares y las privaciones son una parte más de sus vidas. Y, pese a ello, luchan por encontrar el amor el uno en el otro. La angustia existencial en la que vive sumido Trevor le hace ser frío, distante, casi insensible, aunque no sea difícil imaginar que interiormente está deseando encontrar a alguien que le acepte y le comprenda tal y como es. Zach, por su parte, se ha dejado llevar por una sexualidad indiscriminada con la que trata de llenar los vacíos de su interior, vacíos demasiado profundos como para que esas relaciones esporádicas que mantiene, o sus hábitos masturbatorios, logren llenarlos.

Gracias a Zach conocemos al Eddy, una inteligente bailarina coreana enamorada del joven pese a saber que no es un hombre que le convenga en absoluto. Kinsey, Terry, Calvin… existe una lista de secundarios tan variopintos como realistas, con su propia historia que contar. Me gustaría destacar, a modo de simple dato anecdótico, que en una escena en la que Zach presenta un amigo suyo a la bailarina, se refiere al primero como uno de los más brillantes expertos en sistemas electrónicos del planeta. También es sysop de un foro de piratería llamado El terror reptante, y miembro de la 0rden de Dag0n (como el lector podrá apreciar, la o ha sido sustituida por ceros). Un afectuoso y casi insignificante guiño hacia los admiradores de la obra de Howard Phillips Lovecraft que, como es de imaginar por razones enormemente obvias, llamó poderosamente mi atención y no puedo evitar señalar.

La violencia, la sangre y el sexo que salpican la trama hacen que la novela no resulte recomendable para lectores especialmente sensibles o fácilmente escandalizables. Poppy Z. Brite, que padece de disforia (un estado emocional opuesto a la euforia) y que tiene problemas con su identidad sexual al considerarse un hombre (ella misma se define como un transexual no operativo), ha hecho de sus problemas un bagaje psicológico que explota de forma brillante en sus novelas. Pese a confesar abiertamente que no tengo a Poppy Z. Brite entre mis escritores favoritos, debo reconocer que su calidad literaria y su original punto de vista está más allá de toda duda. Ni siquiera la repetición temática y/o ambiental resta el más mínimo interés y originalidad a sus obras. Lo que sí resulta incómodo es el hecho de usar con cierta frecuencia palabras o frases enteras en letras mayúsculas, pero parece ser otra de las costumbres de la autora.

Me voy a permitir la licencia de incluir unas líneas de la novela que, por una asociación de ideas que ahora no viene al caso y a pesar de no ser, ni mucho menos, especialmente morbosas, lograron impactarme sobremanera por la macabra visualización que hice de ellas: No era el rostro de un chico de diecinueve años. Era la calavera que se ocultaba bajo su piel, esperando a ser revelada. De repente, Zach comprendió que las calaveras siempre sonreían porque sabían que emergerían triunfantes, que conformarían la única identidad de la cara mucho después de que las naderías fatuas como los labios, la piel y los ojos hubieran desaparecido. Estas reflexiones y otras aún mucho más profundas, se encuentran diseminadas a lo largo de las páginas de la novela. El verdadero amante de la prosa fosca y el fiel seguidor de la novela gótica encontrarán en sus páginas, sin duda, grandes momentos para recordar.

Poppy Z. Brite saltó a la fama por ser capaz de mostrar los entresijos más complejos de una nueva generación basada en la cultura gótica. Como evolución de la cultura punk, que a su vez había sido una evolución a partir de la cultura rock, el movimiento gótico se mostraba orgulloso como la última línea de defensa de la subversión ante un estilo de vida y, en ocasiones, de la vida misma. Aquellos que se hacen llamar góticos comparten una visión pesimista y melancólica del mundo que queda de manifiesto en sus ropas, en ocasiones renacentistas o victorianas, oscuras en la mayor parte de los casos, y con una filosofía de vida que aspira a ser espiritual. La serie de libros de Anne Rice englobados bajo el sello de Las Crónicas Vampíricas y el juego de rol Vampiro: La Mascarada (basado en las anteriores) por poner únicamente un par de ejemplos, ayudaron a extender aún más este fenómeno.

 

DENTRO DE LA COLECCIÓN

Tras El alma del vampiro (Lost Souls, 1992) traducida también como La música de los vampiros publicada en Solaris Terror 14, La Factoría de Ideas publicó la presente novela. La llamada de la sangre (Drawing Blood, 1993), que comparte con otras obras de esta sublime colección la pésima elección de la portada aunque, en esta ocasión, resulta más aceptable que en otros títulos. Cuando ya parecía que la editorial no iba a publicar ninguna otra novela de la escritora, columnista y editora norteamericana, el número 54 de Eclipse recoge de nuevo otro de sus títulos: El arte más íntimo (1996). Y a pesar de que su obra sigue sin causar el mismo impacto que ha causado en otros muchos, estoy totalmente convencido de que también lo leeré.

 

Calificación: 75

Título: La Llamada de la Sangre

Título original: Drawing blood

Autor: Poppy Z. Brite

Editorial: La Factoría de Ideas

Edición: Rústica, 352 páginas

Lo mejor: Un estilo único, rico sin llegar sobrecargar la obra y diálogos realistas.

Lo peor: El elevado número de escenas sexuales, que caen en lo repetitivo.

Sinopsis: Robert McGee es el célebre dibujante del tebeo underground Birdland, y se ha mudado con su familia a Missing Mile. Al poco de asentarse en una vieja granja, mata a su mujer y a su hijo menor antes de suicidarse. Sólo queda vivo Trevor, su hijo de cinco años.

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