Llega La memoria de agosto, una novela sobre el azar y los sentimientos
La creación de una estructura no lineal, la destrucción del tiempo, la inmersión en el inconsciente colectivo y la exploración de las casualidades extrañas y los azares recurrentes son las señas de identidad de la nueva novela de Cristina Pérez Valverde, una joven escritora nacida en Loja (Granada) que acaba de publicar con la editorial Arcopress La memoria de agosto.
Una historia marcadamente original, en la que esta profesora de literatura de la Universidad de Granada rezuma talento y sensibilidad para aprehender el vértigo de los sentimientos y la emoción del instante fugaz que se retiene en la memoria para siempre.
La historia comienza con la relación que una de las protagonistas, Belén, mantiene con César, un psicoanalista quince años mayor que ella. Ambos creen tener un vínculo que viene de otras vidas, y están obsesionados con la idea de que habrán de tener una hija a la que llamarán Clara por una serie de extrañas casualidades. César está casado con Marina, madre de una chica a la que César solía tratar, en un matrimonio forjado por conveniencia. Belén, por su parte, cree en la existencia de una estrecha relación entre su destino y el de sus antepasadas, que lo que le ocurre con César no es sino el eslabón de una cadena de amores truncados e hijos ilegítimos. Junto a su tío Cristóbal, archivero, descubrirán un patrón recurrente, una historia que se repite de manera enigmática en cada generación.
Cristina Pérez Valverde (Loja, 1966) es doctora en Filología Inglesa y profesora titular del departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada. Traductora de Hawthorne, Mary de Morgan, Kenneth Grahame, George MacDonald, entre otras escritoras y escritores de cuentos de hadas y literatura fantástica (Cuentos de la Edad de Oro, Valdemar, 1996) y estudiosa de la influencia celta en la figura del poeta W.B. Yeats. Autora del ensayo Las narrativas del amor en la época del postfeminismo: ¿aún la búsqueda del animus? y heredera de Fay Weldon y Margaret Atwood, cuya metaficción ahonda en las formas en que ficcionalizamos la vida y vivimos las ficciones, a la vez que indaga en la repercusión que el “vivieron felices” del cuento clásico ha tenido en el imaginario femenino. Es una apasionada de Jung y de la ciencia del caos. La creación de una estructura no lineal, la deconstrucción del tiempo, la inmersión en el inconsciente colectivo y la exploración de las casualidades extrañas y los azares recurrentes son las señas de identidad de La memoria de agosto, su primera novela.
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