Con la noche a cuestas
La cotidianeidad como virtud. Reseña de la novela ganadora del Premio Planeta de 1968
En 1968 se llevó el Premio Planeta Con la noche a cuestas, un libro sin grandes alardes en su planteamiento pero con unas enormes cualidades. La historia que narra es bien sencilla, ni deslumbra ni pretende hacerlo, pero tiene la particularidad de ser tan cercana que muchas de sus situaciones bien hubieran podido pasar en cualquier sitio a cualquier hora. En efecto, se trata de una de esas historias mínimas con la que nos podemos sentir identificados en muchos momentos porque aquí todo es real como la vida misma.
El libro nos narra la vida nocturna de dos personajes que debido a su trabajo deben permanecer despiertos cuando los demás dormimos, como son el guarda de una obra y un sereno, ambos construidos de una forma magistral. Así, nos encontramos con Tirso, el guarda, un hombre poco hablador, en ocasiones borde, hosco, y miedoso hasta rozar la paranoia, y con Castro, el sereno, una persona afable, noble, habladora y bastante cotilla. Como se puede apreciar, son casi antagonistas, pero las circunstancias les unen, y si en su carácter son tan dispares, tienen en común la soledad, la monotonía y la larga noche.
Y es que no hay cosa más dura que pasar la noche solo por obligación, y este es el eje principal en el que gira la novela, y es en estos momentos de soledad cuando las pequeñas cosas y las conversaciones más nimias cobran realmente importancia, donde se echan de menos muchas cosas y como nos dice el autor, cuando “los pensamientos se agrandan y se apoderan de uno como una pesadilla”.
Por eso el libro es una sucesión de pequeñas (o medianas) anécdotas alrededor de unas personas normales, cada uno con su pasado, sus sueños y con un presente tangible en el que nos sumerge el autor. Los personajes son absolutamente creíbles, y el realismo impera en cada una de las páginas de la novela. Manuel Ferrand consigue que conozcamos perfectamente a Tirso y Castro, que sepamos cómo piensan, cómo actúan y cómo van a reaccionar, porque el dibujo de sus protagonistas es formidable, así como el resto de la gente del barrio donde se desarrolla la trama. Da un poco la sensación de que el lector es partícipe de la vida que se desarrolla en estas calles, como si fuera uno más.
Evidentemente también hay una historia que contar, pero realmente el argumento central no lo es tanto y si bien es cierto que nos encontramos con una cartera con dinero como desencadenante de la intriga, la base de la novela son las pequeñas cosas de la vida, las conversaciones, las anécdotas diarias, cualquier cosa que sirva para romper la rutina del trabajo… en fin, todo esto que cualquiera de nosotros vivimos y que tan bien ha plasmado el autor aquí.
Los diálogos son parte importante de la novela y el autor aprovecha para tocar muchos temas, como el conflicto generacional de la época. Los jóvenes se están modernizando y los mayores no ven con buenos ojos esta evolución. Y es que en pleno 1968, los tiempos estaban cambiando y nos queda una visión muy interesante al respecto.
Autor
Nacido en Sevilla en 1925, Manuel Ferrand es un hombre polifacético que siempre brilló en todas las facetas que desarrolló a lo largo de una corta pero intensa vida: dibujante, periodista, novelista, ensayista, profesor de Universidad licenciado en Filosofía y Letras, redactor de ABC, colaborador de otras publicaciones españolas como la revista “La codorniz” y también dibujante de humor.
La obra novelística de este escritor fue relativamente tardía pero fecunda. Se alzó en 1966 con el premio Elisenda de Montcada ) y el "Platero" de plata, del Ateneo de Sevilla, con su novela El otro bando. En 1968 Manuel Ferrand ganó el Premio Planeta con su novela Con la noche a cuestas. A partir de entonces mantuvo gran amistad con José Manuel Lara, que editaría sus trabajos literarios posteriores.
En el año 1970 publicó La sotana colgada, a la que siguió una de sus obras más personales, Quebranto y ventura del caballero Gaiferos (1973). Por fin en 1974 publicó una de sus novelas más aplaudidas, La forastera. Sus últimas novelas publicadas fueron Los farsantes en 1975, El negocio del siglo en 1977 y Los iluminados en 1982. Manuel Ferrand falleció en 1985.
En su obra plasmó notablemente su amor por Sevilla, destacando una visión a veces lírica y otras veces crítica de su propia ciudad. Además sus artículos y sus novelas por lo general estaban ambientados en esta ciudad.
Para reivindicar la figura de este escritor sevillano injustamente tratado por el paso del tiempo, la Fundación José Manuel Lara publicó la biografía Memoria y fábula de Manuel Ferrand, del escritor sevillano José Luis Rodríguez del Corral.
Sinopsis
Tirso es el guarda de un edificio en construcción que ha dejado a su familia en el pueblo para irse a trabajar a la ciudad. Castro es el sereno del mismo barrio donde se encuentra la obra, y ambos comparten soledad, amistad y nocturnidad. El hallazgo de una cartera con dinero turba inesperadamente sus monótonas vidas.
Edición
Colección “Premios Planeta 1952-1987”
Edición de lujo
Cartoné, cubierta forrada, con marcapáginas de tela y páginas de color dorado.
145 páginas
Conclusión
Quizá sea por la afición a este tipo de historias cotidianas del que suscribe, pero el libro realmente funciona sin contar nada especialmente espectacular y amparándose en el realismo. Se trata de una novela corta pero interesante, y realmente se pueden extraer muchas cosas de esas 145 páginas. Si cogiéramos su argumento central y le sumáramos su contundente final y le diéramos un poco forma, quizá podría hacer dado para un buen relato, pero como ya se ha comentado, lo importante aquí son los personajes y el costumbrismo del que hace partícipe al lector. En definitiva, es un buen libro realista, muy cercano y esencial para los amantes de las pequeñas historias.
Lo mejor: La sensación de cercanía y realidad que deja
Lo peor: Que este estilo tan minimalista quizá no sea del agrado de todos
Nota: 85
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