UN CAFÉ CON EL PROTAGONISTA
-¿Siempre tienes que ponerte a escribir cuando venimos aquí, no puedes hacerlo en casa?
Acababan de llegar y ni siquiera habían tenido tiempo de pedir el habitual café cortado cuando él ya estaba emborronando una servilleta. Una pareja encantadora, eso pensaba el camarero. Llevaban juntos un par de semanas y todo había ido muy deprisa desde el día en que se conocieron. Chocaron en la acera, frente a la entrada de este mismo bar, ahora tan importante para ambos. Fue un flechazo. Amor a primera vista. Sobre todo por parte de la chica. Él, sin embargo, se topó con la única tabla de salvación que había encontrado hasta ese momento y no dudó en subirse a ella.
-¿Aún no te has dado cuenta, Cari?
-Cuenta de qué…
-¿No notas algo raro en mí? –insistió él levantando apenas los ojos de la servilleta.
-Bueno –si aquello era un examen, estaba dispuesta a afrontarlo sin miedo-. No quieres conocer a mis amigos ni, por supuesto, a mi familia. Eso lo entiendo. Pero que te niegues a salir y prefieras quedarte en casa viendo la televisión… Parece que te asuste la gente. Como si fueran a hacerte daño… ¡Y sólo quieres venir a este bar! ¿Es que no hay en Madrid ningún otro local que te guste?
-No podrían aunque lo intentaran –contestó él sonriendo amargamente-. En realidad sólo tú puedes hacerlo. Me pregunto si tal vez no seas la única persona capaz de acabar con mi pesadilla…
-¿Tu pesadilla? –aquello tenía su encanto, pero comenzaba a estar cansada de tanto misterio.
-Y tienes razón. Con lo del bar, quiero decir. Éste es el único lugar del mundo donde puedo materializarme. Pero por alguna razón, sólo funciona si estoy contigo y nos pedimos un café cortado.
-¿Qué?
-Sigues sin darte cuenta, Cari… -dijo mientras doblaba la servilleta escrita por los dos lados- de que yo no soy lo que se dice totalmente real. Hasta que topé contigo sólo era un fantasma más. Un espectro sin memoria que deambulaba por el mundo. Invisible para todos. Incapaz de interactuar con la materia y, por lo tanto, impotente. ¡Así que imagina la sorpresa que me llevé al chocar contigo! Pero lo milagroso no acaba ahí. Todo lo que pasa en este bar es tan real para mí que incluso aquello que aquí escribo acabará sucediendo. No sé aún si es porque soy capaz de ver el futuro en mis escritos o algo aún mejor. No sé, tal vez en estas servilletas estoy escribiendo nuestra propia historia.
-No derroches tu imaginación conmigo, chaval – ella se echó a reír sin ganas. No le gustaba que le tomasen el pelo. Sobre todo cuando estaba de mal humor. Pensaba que aquello era una broma-. Si no eres capaz de afrontar la realidad por ti mismo, entonces tal vez necesites la ayuda de un profesional.
La conversación había finalizado. Tomaron su café en silencio y después se marcharon a la casa de ella. Aquello no tenía futuro, ahora lo sabía. Siempre le pasaba lo mismo con los hombres. Inmaduros. Incapaces de afrontar los pequeños problemas de la existencia real. Siempre obsesionados con lo que va a ser y no con lo que es. Con los ojos puestos en el futuro. Cretinos… Fue en el bar donde decidió que esa sería la última noche que pasarían juntos.
Días después la policía acudió al bar a interrogar al camarero. Nuestra protagonista había asesinado a su novio mientras dormía y al parecer él y algunos clientes fueron los últimas personas en verlos juntos. Cuando el camarero indicó a los agentes la mesa donde siempre se sentaban a tomar el café, éstos hicieron un descubrimiento desconcertante. Escondidas bajo el pesado pie de aquella mesa, hasta quince servilletas escritas a bolígrafo revelaban una historia asombrosa. Aquel chico no existía hasta hacía un par de semanas. Su cuerpo, aunque muerto, tenía las características propias de un recién nacido. Según el forense, desde el punto de vista metabólico, aquel no era el cadáver de un adulto, sino más bien el de un neonato. Pero lo más increíble no eran aquellos restos, sino el testimonio escrito que había dejado el autor. El chico había descrito punto por punto todos y cada uno de los instantes de los últimos días de su vida. Y sobre todo lo contado en una de las servilletas… “-¿Siempre tienes que ponerte a escribir cuando venimos aquí, no puedes hacerlo en casa? Acababan de llegar y…”. Como había podido confirmar el camarero, esa escena sucedió la mañana anterior a su muerte. Pero las últimas palabras allí escritas… “y al darse cuenta de lo que había hecho intentó deshacerse del cadáver, pero no fue capaz, por lo que se limitó a cubrirlo de agua en la bañera, para evitar que el mal olor alertara a los vecinos…”. Aquello no era una simple descripción de lo que había sucedido, sino una auténtica premonición. Ese chico había escrito su propio asesinato a manos de su novia y ella se había limitado a reproducir lo que allí había escrito. Era un caso claro de asesinato. Aquella chica estaba condenada de antemano.
No entiendo que el chico encontrado fuera un recién nacido desde el punto de vista metabólico. No puede tener la apariencia de un bebé porque nadie creería entonces que hubiera escrito las servilletas. Además se me hace raro que encuentren el cadáver de un fantasma.