David pensaba que esa noche de trabajo en el observatorio sería como todas, en la que seguiría observando el cosmos, indagando e investigando en esa tarea paciente y callada de aportar su minúsculo granito de arena en la investigación astronómica, uno más en la gran cadena internacional de científicos que exploraban el universo. Delante de su ordenador comenzó a estudiar los datos recibidos en los últimos minutos por el telescopio, en ese aislado observatorio en las montañas por encima de las nubes que siempre le recordaba los libros que había leído en su niñez de magos y princesas que vivían en un castillo en las alturas como un nido de águilas perdido en la lejanía.
Al principio todo le parecía normal, una lectura de datos como tantas que había hecho en el pasado y como tantas que haría en el futuro. Pero de repente, una loca idea apareció en su mente, notó una anomalía, unos datos matemáticos extrañamente familiares que no deberían estar ahí. Los últimos meses junto con otros compañeros estaban explorando resonancias y datos de una parte alejada de la galaxia en una zona que anteriormente no se había estudiado con excesivo detenimiento, pero los datos que reflejaba el ordenador debían de ser erróneos. Era imposible que la información que estaba analizando fuera correcta, debía de ser un fallo del ordenador o del telescopio. No podía ser que en aquel rincón de la galaxia a años luz, hubiera una disposición de objetos celestes como la que presentaban los datos, un grupo de cuerpos que parecían corresponder a planetas, en un número, tamaño y distancias entre si, absolutamente idéntico al de nuestro sistema solar.
David revisó los datos una y otra vez temiendo por su cordura, pero los hechos seguían ahí, tozudos. Avisó a los compañeros y cuando ellos escucharon lo que les decía su primera reacción fue reírse a carcajadas pensando que les gastaba una broma. Cuando comprobaron los datos las reacciones fueron de incredulidad y de pánico. Una imagen captada desde un lejano rincón de la galaxia era completamente imposible que reflejara como un espejo perfecto nuestro sistema solar. Pero así era. Se comunicó el descubrimiento a las autoridades científicas y políticas, provocando incredulidad en una primera reacción y pasmo en cuanto se comprobaba que era cierto. Todas las instituciones y centros de investigación dirigieron sus pesquisas hacia aquel lugar específico, mientras que rumores distorsionados del descubrimiento comenzaban a llegar a la población, aunque se procuró ocultar los detalles más inquietantes del descubrimiento, para no crear una situación de pánico generalizado y de cuestionamiento de los fundamentos de la convivencia social.
Pasaron las semanas y la investigación prosiguió hasta alcanzar la prueba definitiva. El programa de búsqueda de vida inteligente extraterrestre captó una grabación proveniente de la zona que era objeto de estudio desde el descubrimiento de David, resultando ser una grabación de voz humana en inglés. Al principio los técnicos pensaron que podía tratarse de un error, una broma o de un fraude pero repetidas comprobaciones demostraron, sin la más mínima duda, que la grabación era real. Las consecuencias a nivel mundial de la noticia fueron tremendas, produciéndose un vuelco en los valores morales, sicológicos, sociales y religiosos de la sociedad, con ataques de pánico por parte de personas que veían una inminente y supuesta invasión, crisis existenciales, expresiones de nihilismo y altercados... aunque hubo muchos que prefirieron creer que se trataba de una invención de los poderosos para lograr un control social más perfecto y muchos creyentes de las principales confesiones religiosas se negaron a darle crédito a la historia.
Y en el fondo David, cuya vida estaba centrada ahora en la investigación de ese descubrimiento colosal no podía dejar de comprenderles. Algunos amigos suyos insistían en la idea que una civilización extraterrestre había alcanzado en un hábitat virtualmente idéntico al de la Tierra, un desarrollo en la civilización a lo largo de su historia como el nuestro, a una distancia inimaginable en el tiempo y en el espacio, pero él no podía dejar de pensar que muy probablemente nuestras vidas y las de los que nos predecieron y los que nos sucederán ya se habían vivido anteriormente en aquel lejano límite de la galaxia, en la que existió amor, odio, música, guerras mundiales, se inventaron la imprenta y los ordenadores, hubo crímenes y esclavitud pero también alegría y en la que otro David fue razonablemente desdichado y feliz y un día descubrió que en otro extremo del espacio y el tiempo, en el pasado existía un mundo idéntico al suyo.
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