Única
Las mujeres acudían a él, como abejas a la miel. Caían una tras otra. Pero ella era una especie diferente; una libélula capaz de mantenerse en equilibrio en el aire. Por eso le vio venir. Se reprochó no haber sido agua limpia; tal vez entonces, ella se hubiera acercado.
Error
“¡Achús!”, se escuchó por tercera vez.
–Es suficiente –dijo mamá–. Vamos al médico. Deja tus juguetes.
El niño salió por la puerta protestando. En el suelo de la habitación, el playmobil vikingo miró enfadado al madelman.
–¡Te dije que no entraras con él en la bañera! –le reprochó.
¡Cómeme!