Monstruo.
La lucha fue encarnizada y salvaje. Aderezada con odios infundados que se asumían como propios. Una promesa opulenta como gran ingrediente secreto.
Cuando la fórmula estalló, el suelo adquirió color bermellón. El minotauro quedaba postrado sobre un charco viscoso. Y, a su lado, el verdadero monstruo quedaba en pie.
Sobrevivir
La comida escasea, todo lo que ha comido desde la mañana es un sucio billete. Su mano no tiembla cuando pasa la palma ensalivada por el rostro de su madre, que al instante se convierte en un papel arrugado. Midas se dispone a almorzar.
Nunca sin mi paraguas