FINAL
Pedro limpió su cicatriz con pereza. Fuera se escucharon pisadas: la bestia volvía al ataque, como un tiburón hambriento. Sabía que sus gritos no la ahuyentarían, que eran un arma blanda ineficaz contra el peligro. Una lágrima recorrió su mejilla y supo que con él su asesino sería intransigente.
Qué grande Paco Pepe, qué grande, je je.
NO alargues los en breves por diooooos jjajajjajjaja