Dulce condena
—Una vez entre tus piernas, ni Dios, ni el paso del tiempo, ni los ángeles, ni el mismo Diablo podrán separarnos nunca.
—Siii, mi amor, pero clávamela ya.
—Aún no, solo la puntita.
Ocho horas después, antes de su desfallecimiento, acabó por tatuarle el alacrán sobre su Venus.
Empatía con fundamento
Se puso su mejor lencería y le sedujo desnudándole hasta su cama. Le convenció para usar las esposas y atarle los pies. Cuando le tuvo a su merced, aumentó el volumen de la música para tapar sus gritos mientras untaba y arrancaba las tiras de cera tibia.
Es usted mala señorita, muy mala...
Eterna
La señorita Jane me puso en bandeja esta dulce y tibia venganza a los que exigen de los demás cosas que ni siquiera han experimentado. Y es extrapolable, los pelos son circunstanciales... Ya me dirá usted el versículo que me condena
Palabra: Eterna
La lengua es el arma blanda que mata sutilmente.