Te estoy perdiendo (micropoema)
No consigo recordar / dónde he puesto tu anular; / también falta desde ayer / uno de tus breves pies. / Pero, eso sí, tu cabeza / calva preside la mesa.
Muy bueno Bestia, je je.
Mesa
Te estoy perdiendo (micropoema)
No consigo recordar / dónde he puesto tu anular; / también falta desde ayer / uno de tus breves pies. / Pero, eso sí, tu cabeza / calva preside la mesa.
Muy bueno Bestia, je je.
Mesa
Multitud
La invité a cenar para celebrar nuestro aniversario. Ella y yo solos. Me equivoqué. Se sentaron con nosotros sus celos, el rencor, los reproches, la impotencia, su esterilidad, su familia, la mía; y finalmente se presentó ese silencio corrosivo que se ha instalado en nuestra cama para separarnos.
AÑORANZA
Yo la saludo, moviendo ligeramente los dedos. Ella me responde, haciendo otro tanto. Anhelamos unirnos de nuevo, pero sabemos que es algo imposible porque nuestro dueño nos perdió a ambas cuando nos metió imprudentemente en esa máquina de serrar…
Te estoy perdiendo (micropoema)
No consigo recordar / dónde he puesto tu anular; / también falta desde ayer / uno de tus breves pies. / Pero, eso sí, tu cabeza / calva preside la mesa.
Muy bueno Bestia, je je.
Gracias, delicioso demonio
Última palabra (me encanta) serrar
Miedos de madera
Risras risras risras… el sudor perla su frente y el sueño vuelve a convertirse en algo violento que urge abandonar. Risras risras risras… está despierto pero el sonido sigue persiguiéndole… Dentro, muy dentro de su cabeza. Pinocho llora lágrimas de verdad. Nunca será un niño normal.
Desafiando la normalidad
Vivía, trabajaba, reía, lloraba... Pero la mayoría de las veces, dormido o despierto, soñaba. Y es que él siempre fue un hombre extraordinario.
Mi hombre
Fui a comprar romero o comino, lo mismo me daba, y me vendieron un hombre. ¿Para qué lo quería? No me engañaron. Me cocina, me escucha, me aconseja, me viste y me desviste, mantiene limpia la casa y pasea el perro. Eso sí, en la cama se duerme.
El sueño eterno
Ya no podía esperar a que llegara la noche para encontrarse con él, así que empezó a verle en el autobús primero, más tarde a ratitos, que se fueron ampliando, en la oficina y, por supuesto en ese dulce intervalo entre mañana y tarde llamado siesta.
—Qué ruido, yo no oigo nada.
El tazón tembló en mi mano. Llevado por un mal presentimiento, me levanté y besé a mi mujer.
—¿Y esto?— dijo divertida, antes de que el rugido del despertador ahogara su voz para siempre.
Juntos
—Ahora sí que será para siempre, cariño.
Y el anciano se frotó la hinchada barriga.
FAMÉLICO
Sí, el chiquillo la tiene hinchada. Su madre lo observa con la mirada perdida de quien sabe que lo va a perder irremisiblemente. La muerte, en forma de hambre, tiene esa paradójica forma de mostrarse a los ojos de un mundo insolidario, que engorda mirándose el ombligo.
La ausencia
El antropólogo no necesitó leer el informe. Los restos encontrados pertenecían a Adán sin lugar a dudas.
Te quiero
La duda más grande se comió a las más pequeñas y se quedó ahí, flotando en medio del espacio. Un proyectil, en forma de palabras, la desintegró completamente.
Estudio
Primero probó con una rana muerta: desapareció en diecisiete días cualquier rastro del cadáver. Después enterró, sucesivamente, un ratón, un gato y al perro del vecino, anotando cuidadosamente pesos y tiempos para realizar el gráfico. Solo cuando tuvo todos los datos se atrevió a invitarla a cenar.
La lengua es el arma blanda que mata sutilmente.
Mateo 26:20
Y he aquí que, después del té y las pastas, los doce ministros se alzaron y, dispersándose, fueron a difundir la mala vieja, por todos los platós de televisión.
A la paz de Dios.
Corte
Algo se mueve bajo la lona que cubre la piscina, y de pronto un ojo perverso llena una rendija. El reptil se desliza fuera y se arrastra hasta el porche goteando lodo, repta por la fachada hacia una ventana franca, iluminada, y… corro al baño a orinar.
Agüita amarilla
Solo cuando empecé a beber cerveza tuvo sentido su color dorado.
La lengua es el arma blanda que mata sutilmente.
Mujer fatal
Dorados sus cabellos, verdes sus ojos, rojos sus labios, blanca su piel y negro su corazón. Toda una gama de colores que me llevan a la perdición.
2 Pedro 3:16
Una nota debajo de la puerta: te espero.
Una segunda: no puedes dejarme así.
Una tercera: teníamos una cita.
Una cuarta: aún podemos arreglarlo, te espero en la cafetería de abajo.
Salió dando un portazo a su soledad, sin percatarse de la quinta: firmado, tu dentista.
A la paz de Dios.
Remedio
Me sentó en la silla, me abrió la boca y sentenció: «lo que me temía». Se colocó los guantes y, sin anestesia, me fue extrayendo «tenemos que hablar», «tengo miedo», «te necesito»… que tenía incrustadas entre mis encías. Me sonrió y el «te quiero» lo saboreó de mis labios.
Pisado: Palabra, LABIOS
Pisado. Palabra: Labios
LABIOS
Sus labios acarician el aire. Sus labios besan mi piel, y la recorren despacio. Sus labios se entreabren… y sus colmillos se clavan en mi cuello. ¡Ah, dulce placer!
iniciativa
Desnuda. A horcajadas sobre ti.
¿Sonríes?
Dime tú cómo quieres que siga.
Indecisión
La pregunta le pilló desprevenido y no supo qué contestar. Hoy, la pareja de amantes, es la atracción principal del museo de cera.
Empatía con fundamento
Se puso su mejor lencería y le sedujo desnudándole hasta su cama. Le convenció para usar las esposas y atarle los pies. Cuando le tuvo a su merced, aumentó el volumen de la música para tapar sus gritos mientras untaba y arrancaba las tiras de cera tibia.
La lengua es el arma blanda que mata sutilmente.
Adiós
Siempre tuvo la piel tibia, por eso me sorprendió tanto aquel último beso, tan frío.
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Cuando vio al mendigo tiritando de frío, no lo dudó y se quitó el abrigo. Pero resultó imposible partir con las manos el grueso paño, así que, sintiéndolo mucho, se lo volvió a poner y se alejó, no sin antes desearle al desgraciado las buenas noches.
OSCURIDAD
Esta oscuro. Avanzo despacio. Tanteo el espacio a mi alrededor. Busco un halo de luminosidad. Pero no lo consigo. Esta oscuridad obsesiva me ahoga. Doy otro paso, en cualquier dirección. Pero sé que no habrá más luz a pesar de mi búsqueda, porque esta es la Noche Eterna.
Empatía con fundamento
Se puso su mejor lencería y le sedujo desnudándole hasta su cama. Le convenció para usar las esposas y atarle los pies. Cuando le tuvo a su merced, aumentó el volumen de la música para tapar sus gritos mientras untaba y arrancaba las tiras de cera tibia.
Es usted mala señorita, muy mala...
Eterna
A la paz de Dios.
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Te estoy perdiendo (micropoema)
No consigo recordar / dónde he puesto tu anular; / también falta desde ayer / uno de tus breves pies. / Pero, eso sí, tu cabeza / calva preside la mesa.