Labios sucios
Me encantaban los besos de mariposa y esquimal de papá, pero no entendía por qué evitaba los normales, los que se daban en la mejilla. Al crecer lo comprendí: él nunca hubiera mancillado mi rostro con los labios que marcaban de muerte a los hombres de «la familia».
Vuela, vuela, pajarito.