Maldición
Nadie parecía reparar en él. Aquel anciano de semblante triste permanecía, día tras día, en el mismo banco, inmóvil. Conmovido, decidí hacerle compañía. Me senté a su lado y sonreí. Él me miró y rió diabólicamente.
Hoy nadie repara en mi cuerpo envejecido. Pese a mi semblante triste.
No puedes tenerlo todo
Una de esas casas de ensueño. Dos coches lujosos. Cuatro doncellas sexys. Diez kilómetros de mujeres haciendo cola en la puerta… Pero había algo que fallaba en su vida.
Quería parecer desgraciado, estar siempre triste, mostrar insatisfacción… y no era capaz.
Se sentía tan jodidamente feliz.
ÑAM ÑAM