El invitado inesperado
Siempre que aparezco en las reuniones familiares se hace un denso silencio. Al rato todos empiezan a hablar de nuevo, como si no estuviera delante. Sólo Laurita me mira a veces de reojo, pero noto su miedo. Aquel día estallé:
— ¿Qué os pasa conmigo?
— Papá, estás muerto.
La chica de la falda demasiado corta
De nada valdrían las exploraciones médicas ni los interrogatorios policiales; los ojos de mis padres ya habían encontrado al culpable.
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