Tripa, carne y grasa
Penden, como una vez colgaron los condenados. Parecen la erección que sufrieron cuando sintieron que la vida se les escapaba. Están ahí, ante mis ojos, llamándome, suplicándome que las compre, las cocine, las mastique y las trague.
Rasco mi bolsillo, saco unas monedas.
El charcutero, sonríe.
Eficaz
Observó el funcionamiento del nuevo camión de reciclaje y después tomó de la bandeja de salida una lata de comida para gatos. «Los convierte en salchichas del tamaño de un dedo», explicó el técnico. La alcaldesa se frotó las manos; cumpliría su promesa, limpiar la ciudad de mendigos.